Un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid establece cómo influirá la variación de las condiciones meteorológicas en la producción del trigo, uno de los cereales más importantes para la economía europea.
Las proyecciones de cambio climático indican una mayor frecuencia de condiciones climáticas adversas, lo que podría poner en peligro la producción de trigo en distintas zonas de Europa, entre ellas la península ibérica. Es el resultado de un estudio en el que ha participado el Grupo de Sistemas Agrarios (AgSystems) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), adscrito al Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (Ceigram).
Europa es el mayor productor de trigo, el segundo cereal más cultivado en el mundo tras el arroz. El aumento de eventos agroclimáticos extremos adversos, tanto en frecuencia como en magnitud, plantearía una seria amenaza para la futura producción de trigo en el continente.
El estudio llevado a cabo por un grupo de investigadores internacionales, del que ha formado parte la profesora de la UPM Margarita Ruiz Ramos, analiza 11 eventos meteorológicos que pueden tener una influencia significativa en la producción de trigo en 14 localidades europeas.
En función de los datos recogidos en los últimos años y teniendo en cuenta proyecciones de futuro, los investigadores prevén la frecuencia de aparición de estos fenómenos meteorológicos y cómo pueden afectar a la producción de este cereal.
Sequía severa durante la floración
Madrid y Sevilla fueron las dos ciudades españolas que se tomaron como referencia en este trabajo, publicado en la revista Nature Climate Change. En concreto, para el caso de España, el análisis establece un aumento en el riesgo de sequía severa tras la floración, así como del estrés por altas temperaturas en floración y llenado de grano, siendo ambos periodos los de mayor sensibilidad del cultivo.
“Estos resultados indican que en nuestro país la adaptación debe consistir en un compromiso entre el uso de cultivares tempranos que permitan evitar estos estreses (al finalizar el ciclo antes de que los eventos extremos se produzcan), pero que mantengan una longitud de ciclo suficiente para mantener la producción actual o minimizar las pérdidas. El uso de riego suplementario podría considerarse como medida de adaptación en ciertas circunstancias, siempre sujeto a la disponibilidad de agua”, explica Margarita Ruiz Ramos.
La investigadora de la UPM ha colaborado en la parametrización del software utilizado para los cálculos en las localidades mediterráneas, en el desarrollo de los índices de eventos extremos evaluados y en la redacción del manuscrito.
Cada región deberá adaptarse de forma local
Los científicos también han analizado la influencia de las variaciones climáticas en el cultivo de trigo en Jyväskylä (Finlandia), Upsala (Suecia), Tylstrup (Dinamarca), Varsovia (Polonia), Wageningen (Holanda), Rothamsted (Reino Unido), Mannheim (Alemania), Viena (Austria), Debrecen (Hungría), Clermont-Ferrand (Francia), Montagnano (Italia) y Atenas (Grecia). En la medida en que los eventos peligrosos y su frecuencia son distintos para cada localidad, el estudio pone de manifiesto que la adaptación debe tener un carácter marcadamente regional.
Los resultados son relevantes para otros cultivos, ya que muchos comparten la estación de crecimiento y periodos sensibles del trigo. El trabajo demuestra igualmente que la evaluación de eventos individuales por separado puede conducir a una percepción del riesgo incompleta. Como conclusión, los investigadores preven un aumento en la probabilidad de eventos adversos individuales y múltiples (es decir, varios eventos ocurriendo en la misma campaña de cultivo) en 2060 respecto de la actualidad, lo que implicaría un mayor riesgo para la producción europea de trigo.
Para Ramos, la importancia del estudio radica en que proporciona “una información esencial para desarrollar estrategias de adaptación al cambio climático de los sistemas de cultivos europeos, en concreto cereales de invierno”. “Esto es especialmente importante en nuestro país, donde los sistemas de cultivo basados en cereales ocupan gran parte de la superficie agrícola”, concluye.