La función del gen Boule, responsable de la producción de esperma, ha permanecido inalterada a lo largo de la evolución y se encuentra en casi todos los animales, según defiende una nueva investigación de la Northwestern University Feinberg School of Medicine de Chicago (EE UU).
Del mismo modo que los estilos de ropa "sexy" cambian de un año para otro y difieren de una cultura a otra, los genes "sexys" (así los llaman en EE UU) o genes específicos del sexo, también cambian de forma rápida.
Sin embargo, el gen Boule, responsable de la producción de esperma, ha permanecido inalterado a lo largo de la evolución y se encuentra en casi todos los animales. Así lo indica un estudio de la Northwestern University Feinberg School of Medicine de Chicago (EE UU) que hoy publica la revista de acceso abierto PLOS Genetics.
"Ésta es la primera evidencia clara que sugiere que nuestra habilidad para producir esperma es muy antigua, y que se originó probablemente durante el amanecer de la evolución animal, hace 600 millones de años", comenta Eugene Xu, autor principal del estudio y profesor adjunto de obstetricia y ginecología en Feinberg. "Este hallazgo apunta a que es probable que toda la producción de esperma animal provenga de un prototipo común", puntualiza el experto.
Boule, un papel vital en la perpetuación de las especies animales
Este descubrimiento permite comprender mejor la esterilidad masculina, supone un objetivo potencial para desarrollar un medicamento anticonceptivo masculino, y constituye una nueva dirección para el desarrollo futuro de pesticidas y medicinas contra parásitos infecciosos o portadores de gérmenes.
"Un gen específico del esperma como Boule supone un objetivo ideal para un medicamento anticonceptivo masculino", apunta Xu. "Esto resulta muy sorprendente, ya que la selección natural actúa sin miramientos sobre la producción de esperma", dice el profesor, “pues tiende a cambiar debido a potentes presiones selectivas sobre los genes específicos del esperma que los obligan a evolucionar. Existe una presión adicional para ser un súper macho y mejorar el éxito reproductivo. Éste es el único elemento específicamente sexual que no ha cambiado entre las especies. Su importancia debe ser tal que no puede cambiar."
Eugene Xu, que descubrió el gen humano en 2001, precisa que el gen Boule es “probablemente el gen específico del esperma humano más antiguo jamás descubierto”.
Xu buscó y descubrió la presencia del gen Boule en el esperma de diferentes líneas evolutivas: la humana, la de un mamífero, la de un pez, la de un insecto, la de una lombriz y la de un invertebrado marino. Para estudiar todo el espectro del desarrollo evolutivo, el experto confeccionó una lista; necesitaba esperma de un erizo de mar, de un gallo, de una mosca de la fruta, de un humano y de un pez.
Antes de estos hallazgos, no se sabía si el esperma producido por las diversas especies animales provenía del mismo prototipo. Por ejemplo, tanto los pájaros como los insectos vuelan, pero las alas de las moscas y las de los pájaros se originaron de forma totalmente independiente.
Desde los insectos hasta los mamíferos
Los científicos de la Northwestern de Chicago, apoyados por los Institutos Nacionales de Salud de EE UU (NIH, por sus siglas en inglés), han descubierto que Boule parece ser el único gen conocido exclusivamente necesario para la producción de esperma de todos los animales, desde los insectos hasta los mamíferos.
"Nuestros descubrimientos también revelan que los humanos, a pesar de nuestra complejidad, poseemos un elemento fundamental que compartimos con todas las líneas evolutivas, hasta las más sencillas, como la de la mosca", añade Xu.
"Ahora contamos con un firme candidato para controlar su reproducción", dijo Xu. "Nuestro trabajo sugiere que trastocar la función de Boule en animales posiblemente perturbe su reproducción y permita mantener bajo control parásitos o gérmenes peligrosos. Esto podría constituir una nueva dirección para el desarrollo futuro de pesticidas o medicinas contra parásitos infecciosos o portadores de gérmenes."
Para afianzar aún más la hipótesis de que Boule está presente en todos los animales que producen esperma y huevos, Xu examinó también el genoma de uno de los animales más primitivos, la anémona de mar, en busca del gen. Decidió explorar su genoma porque el esperma del erizo de mar es difícil de obtener y pocos laboratorios estudian este animal. Cuando Xu identificó el gen Boule en el genoma de la anémona de mar, su teoría quedó confirmada de forma contundente.
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