El lince boreal cuenta con una población relativamente grande y muy distribuida en diferentes regiones geográficas del planeta. Sin embargo, la especie presenta una variabilidad genética muy baja, comparable con especies en peligro. Esta paradoja se explica por el descenso poblacional continuado desde hace miles de años provocado por la expansión humana.
Las poblaciones de lince boreal (Lynx lynx) que se mantuvieron genéticamente homogéneas y relativamente abundantes hasta hace 100.000 años, empezaron a reducir sus efectivos y a contraer su área de distribución en esa fecha, probablemente como consecuencia del enfriamiento del clima.
En ese momento, las poblaciones de la parte asiática del continente empezaron a divergir de las europeas hasta que llegaron a aislarse completamente hace 10.000 años.
Un estudio, publicado en la revista Molecular Ecology, ha permitido secuenciar 80 genomas completos de muestras de lince boreal de 12 poblaciones con condiciones climáticas y ambientales completamente diferentes, desde bosques templados en Polonia al desierto de Gobi, pasando por bosques de taiga del norte de Siberia hasta la costa oriental rusa.
Los resultados demuestran que “la especie ha sufrido un declive poblacional continuado desde hace miles de años, mucho más acentuado después de la última glaciación, especialmente en Europa”, explica María Lucena-Pérez, investigadora de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y autora principal de la investigación.
El trabajo, realizado gracias a un convenio con el Instituto para la Investigación de Mamíferos de Białowieża (Polonia), y en colaboración con 15 investigadores de siete países, muestra que no solo el enfriamiento característico de ese período glaciar, sino también la expansión de los seres humanos que comenzó hace unas decenas de miles de años podría haber tenido un impacto sobre los linces.
Esta se habría producido tanto de forma indirecta, mediante la caza de las especies silvestres que servían de alimento al lince boreal, por ejemplo los ungulados, como de forma directa sobre las propias poblaciones del lince boreal.
La presencia humana podría haber contribuido al declive y la fragmentación, sobre todo de las poblaciones europeas de este felino. “Mientras que la presión humana en Asia fue mucho más baja, en Europa la expansión humana se vio intensificada con el desarrollo de la agricultura, a lo que se habría sumado las políticas de exterminio iniciadas en el siglo XX”, subraya la científica.
Como consecuencia, la especie ha desaparecido en casi toda la Europa occidental y se ha producido “un empobrecimiento y diferenciación genética de las poblaciones que quedan”, puntualiza Lucena-Pérez. Según el trabajo, el impacto humano pudo haber comenzado ya hace varios milenios, dejando una huella legible en el genoma de los supervivientes.
La investigación también sugiere que la mejor estrategia para recuperar las poblaciones de lince boreal en Europa, donde el impacto es mayor, es asegurar la conectividad entre las poblaciones. Así, se podría revertir su aislamiento genético y empezar a restaurar los dramáticos cambios causados a la especie.
Referencia:
María Lucena-Perez et al. (2020). “Genomic patterns in the widespread Eurasian lynx shaped by Late Quaternary climatic fluctuations and anthropogenic impacts”. Molecular Biology 29(4). https://doi.org/10.1111/mec.15366