Investigadores de la Universidad de Granada advierten que grandes descargas de agua dulce concentradas en cortos periodos de tiempo producen eventos extremos de turbidez, lo que también afecta a la navegación y el riego de cultivos. Su estudio ha sido publicado en la revista Journal of Geophysical Research: Oceans
Investigadores de la Universidad de Granada (UGR) han advertido de la necesidad de llevar a cabo una gestión más eficiente del sistema de presas que existe en el río Guadalquivir, ya que en la actualidad el uso que se hace del mismo afecta negativamente a la biodiversidad de las aguas del estuario.
El estuario del Guadalquivir comprende los últimos 110 kilómetros del río, hasta su desembocadura, en Sanlúcar de Barrameda, bordeando el Parque Nacional de Doñana. Es un estuario muy canalizado, con unas de las aguas más turbias del mundo, y termina en la presa ubicada en la localidad sevillana de Alcalá del Río.
Además de su innegable valor ambiental, el estuario del Guadalquivir tiene un enorme potencial económico, ya que se trata de la región arrocera más importante de España, además de contar con una destacada actividad pesquera.
El estudio realizado en la UGR, que publica la revista Journal of Geophysical Research: Oceans, advierte de las consecuencias de la actual regulación de las presas de la cuenca. En eventos concretos pueden llegar a descargarse hasta 3.000 metros cúbicos por segundo, pese a que los caudales que alivia la presa de Alcalá del Río se encuentran normalmente entre 25 y 30 metros cúbicos por segundo. Sin embargo, son descargas de aproximadamente 500 metros cúbicos por segundo, concentradas en uno o dos días, las que mayormente afectan a la calidad del agua del estuario.
“Esas descargas impulsivas introducen una gran cantidad de sedimentos en la columna de agua que incluso afectan a la propagación de la onda de marea en el estuario, amortiguándola. Hay una entrada significativa de sedimentos en la columna de agua y la gravedad hace que haya una mayor cantidad de sedimentos cerca del fondo del estuario que en la superficie, creándose una mudlayer”, explican dos de los autores del trabajo, Miguel Ángel Losada Rodríguez y Manuel Díez Minguito, del departamento de Mecánica de Estructuras e Ingeniería Hidráulica de la UGR.
La mudlayer consiste en una capa de fango que, tras la descarga, hace que la onda de marea del agua esté amplificada durante semanas, lo que tiene consecuencias negativas en la calidad del agua, en el riesgo de inundación de las localidades ribereñas y en la navegación. Esta amplificación mareal mantiene una gran cantidad de sedimento en suspensión durante semanas, lo cual tiene además consecuencias en la biodiversidad.
“Existen evidencias de que la fuerte atenuación de luz por la elevada turbidez de las aguas inhibe el crecimiento de fitoplankton que, junto con las elevadas tasas de consumo de oxígeno por la gran cantidad de material orgánico procedente de la cuenca del Guadalquivir, afecta muy negativamente a la biodiversidad del ecosistema”, explican los autores de este trabajo.
Los investigadores advierten de la mala calidad del agua del estuario, que durante la mayor parte del año no tiene oxígeno estando en condiciones hipóxicas.
Referencia bibliográfica:
Losada, M. A., M. Díez-Minguito and M. Á. Reyes-Merlo (2017), Tidal-fluvial interaction in the Guadalquivir River Estuary: Spatial and frequency-dependent response of currents and water levels, J. Geophys. Res. Oceans, 122, 847–865, doi:10.1002/2016JC011984
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