La actividad física reduce un 40% la predisposición genética a la obesidad

Toda la población puede beneficiarse de la reducción del riesgo de obesidad que conlleva practicar ejercicio. Sin embargo, un nuevo estudio, publicado esta semana en la revista PLoS Medicine, demuestra que los individuos con predisposición genética a sufrir esta enfermedad se pueden beneficiar incluso más. El aumento de la actividad puede llegar a rebajar en un 40% dicha predisposición.

La actividad física reduce un 40% la predisposición genética a la obesidad
Las personas con un estilo de vida físicamente activo engordan un 36% menos que los individuos físicamente inactivos. Foto: Heacphotos.

"Incluso las personas con el mayor riesgo de obesidad debido a sus genes pueden mejorar su salud mediante algún tipo de actividad física diaria”, explica a SINC Ruth Loos, directora del estudio e investigadora del Consejo de Investigación Médica (MRC) de Cambridge (Reino Unido). “La gente no tiene que correr maratones, basta con pasear al perro o trabajar en el jardín para marcar la diferencia”.

La investigación, publicada esta semana en la revista PLoS Medicine, sugiere que la predisposición genética a la obesidad puede verse reducida una media de un 40% a través del aumento del ejercicio físico. “No somos esclavos de nuestra genética, realmente se pueden cambiar nuestros hábitos y mejorar la salud”, afirma Loos.

Los autores, que analizaron las 12 variantes genéticas que aumentan el riesgo de obesidad en 20.430 personas residentes en Norwich (Reino Unido), evaluaron su susceptibilidad genética general mediante la suma del número de variantes heredadas en una “puntuación de predisposición genética”. Mientras que la mayoría de los sujetos heredó entre 10 y 13 variantes, algunos heredaron más de 17 y otros menos de 6.

Además, los investigadores evaluaron las actividades físicas ocupacionales y de tiempo de ocio y utilizaron técnicas de modelización para examinar si una mayor “puntuación de predisposición genética” estaba asociada con un índice de masa corporal (IMC) y un riesgo de obesidad más alto, y si un estilo de vida físicamente activo podría atenuar la influencia genética en el IMC y en el riesgo de padecer obesidad.

El fin del determinismo genético

Los resultados muestran que cada variante genética adicional en la puntuación estaba asociada con un aumento en el IMC equivalente a 445 gramos en el peso corporal para una persona de 1,70 m de altura, y que el tamaño de este efecto era aún mayor en personas inactivas que en activas.

En los sujetos que llevaban un estilo de vida físicamente activo, este aumento suponía sólo 379 gramos/variante o un 36% menos que los individuos físicamente inactivos en los que el aumento era de 592 gramos/variante. Además, en la muestra total cada variante adicional de susceptibilidad a la obesidad aumentaba las posibilidades doblándolas en un 1,1.

“Estos hallazgos enfatizan aún más la importancia de la actividad física para la prevención de la obesidad, incluso en las personas con un mayor riesgo genético”, concluyen los autores.

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Referencia bibliográfica:

Li S, Zhao JH, Luan J, Ekelund U, Luben RN, et al. “Physical Activity Attenuates the Genetic Predisposition to Obesity in 20,000 Men and Women from EPIC-Norfolk Prospective Population Study”. PLoS Med 7(8): e1000332. doi:10.1371/journal.pmed.1000332.
http://www.plosmedicine.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pmed.1000332

Fuente: SINC
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