Lejos de ser un modelo de cooperación social, el mundo de las hormigas está plagado de trampas y corrupción – y esto llega hasta lo más alto, de acuerdo con científicos de las universidades de Leeds y de Copenhague.
Siempre se ha pensado que las hormigas trabajaban juntas en beneficio de la colonia, más que para su ganancia individual. Pero el Dr. Bill Hughes de la Facultad de Ciencias Biológicas de Leeds ha hallado pruebas que hacen que esta ilusión se rompa.
Junto con el Profesor Jacobus Boomsma de la Universidad de Copenhague, Hughes ha descubierto que ciertas hormigas son capaces de hacer trampa al sistema, asegurándose de que su descendencia se convierta en reinas reproductivas en vez de en obreras estériles.
“La teoría aceptada era que las reinas se producían solo por la alimentación: ciertas larvas eran alimentadas con ciertos alimentos para hacer que se desarrollasen como reinas, y todas las larvas podían tener esa oportunidad", explica el Dr. Hughes. “Pero hemos llevado a cabo una identificación del ADN de cinco colonias de hormigas cortadoras de hojas y hemos descubierto que la descendencia de algunos padres tiene más probabilidades de convertirse en reinas que otras. Estas hormigas tienen un gen o unos genes “reales”, que les confieren una ventaja injusta y que les permiten hacer trampa a muchas de sus altruistas hermanas en cuanto a la probabilidad convertirse ellas mismas en reinas.”
Pero lo que ha llamado la atención a los científicos ha sido el hecho de que estas líneas genéticas “reales” sean siempre poco frecuentes en cada colonia.
Afirma el Dr. Hughes: “La explicación más probable tiene que ser que las hormigas estén dando pasos deliberadamente para evitar que se las detecte. Si hubiese demasiadas hormigas de una línea genética que se desarrollasen para convertirse en reinas en una única colonia, las otras hormigas se darían cuenta y podrían tomar acciones contra ellas. De manera que pensamos que los machos con estos genes reales han evolucionado para, de alguna manera, difundir su descendencia por más colonias y escapar así de que se les detecte. La rareza de las líneas reales es, de hecho, una estrategia evolutiva, por las trampas para escapar de la supresión por parte de las masas altruistas a las que explotan.”
Algunas veces cada año, las colonias producen machos y nuevas reinas que vuelan lejos de sus colonias para juntarse y aparearse. Los machos mueren poco después de aparearse y las hembras continúan para fundar nuevas colonias. Los investigadores están interesados en estudiar este proceso, para determinar si su hipótesis es correcta y si la estrategia de apareamiento de los machos con genes reales asegura su rareza, para mantener sus ventajas sin que sus homólogos “plebeyos” les detecten.
Sin embargo, el descubrimiento de los científicos demuestra que, aunque las colonias de insectos sociales se citen con frecuencia como una prueba de que las sociedades pueden estar basadas en el igualitarismo y la cooperación, no son tan utópicas como parecen.
“Cuando se estudian insectos sociales como las hormigas y las abejas, lo primero que destaca a menudo es el aspecto cooperativo de su sociedad” afirma el Dr. Hughes. “Sin embargo, si te fijas con más profundidad, se puede ver que existen conflictos y trampas –y evidentemente la sociedad humana es también un ejemplo de esto de primer orden. Se pensaba que las hormigas eran una excepción, pero nuestro análisis genético ha demostrado que en su sociedad también abunda la corrupción ¡y además corrupción real!”
Esta investigación ha sido financiada por la Fundación Calsberg y se ha llevado a cabo en colaboración con el Profesor Jacobus Boomsma, Director del Centro de Evolución Social en la Universidad de Copenhague. Se publica esta semana en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.