La actividad artística ralentiza el proceso de envejecimiento y fomenta la plena participación del colectivo en la sociedad, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid que se ha realizado en dos localidades de Castilla-La Mancha.
Una investigación realizada por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), junto al Club Deportivo Fuente Agria para personas con discapacidad intelectual, concluye que la danza posibilita un mayor acercamiento y democratización de los espacios entre personas con y sin discapacidad intelectual, mejorando notablemente algunas dimensiones en la calidad de vida de los participantes.
“Las personas con discapacidad y, particularmente, con discapacidad intelectual, se encuentran en condiciones sociales desiguales y de baja participación en diversos ámbitos sociales. Generalmente, cuando realizan prácticas culturales o de ocio, estas están segregadas al propio colectivo”, contextualiza Esther Mercado García, investigadora del departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales de la UCM.
Este estudio, publicado en Alternativas. Cuadernos de Trabajo Social, partió de la unión de su línea de investigación y del Trabajo de Fin de Máster (TFM) de Cristina Merino, cuya experiencia como gimnasta rítmica le llevó a conocer la Asociación Fuente Agria y a compartir tapiz con personas con discapacidad.
Para llevarlo a cabo, los investigadores realizaron entrevistas personales durante cuatro meses a personas con discapacidad que practicaban danza, sus familias y sus entrenadoras en Ciudad Real y Puertollano.
Tras el análisis de sus testimonios se dedujo, entre otros hallazgos, que la danza contribuye al desarrollo personal, potencia la disciplina, la autonomía, la motivación y el trabajo en equipo; ralentiza el proceso de envejecimiento e incrementa el bienestar social al entablar vínculos con otros sujetos de la sociedad.
Hasta ahora, la investigación que aúne la danza, el Trabajo Social y la discapacidad intelectual es prácticamente inexistente en España.
“Desde nuestra disciplina tenemos que innovar en nuestras prácticas profesionales y aprovechar nuestras propias habilidades para trabajar con personas en
situaciones de desventaja o vulnerabilidad social”, justifica Mercado García.
Este trabajo, concluye la experta, refleja cómo la danza o las denominadas arteterapias se convierten en un “vehículo de transformación social” en el que el colectivo se siente más incluido en una sociedad más igualitaria.
Mercado, Merino et al "Los beneficios de la danza en la mejora de la calidad de vida de personas con discapacidad intelectual". Alternativas. Cuadernos de Trabajo Social