En realidad regula la motivación

La dopamina pierde el título de hormona del placer

La extendida creencia de que la dopamina regula el placer puede pasar a la historia ante los últimos avances científicos sobre la función que cumple este neurotransmisor y que demuestran que lo que regula es la motivación. Hace que los individuos se pongan en marcha y perseveren para conseguir algo, ya sea positivo o negativo. Expertos de la Universitat Jaume I de Castellón plantean un cambio de paradigma con importantes aplicaciones médicas.

Merce Correa
Mercè Correa es coautora del artículo junto a John D. Salamone. Imagen: UJI.

La revista Neuron publica un artículo de investigadores de la Universitat Jaume I (UJI) de Castellón que revisa la teoría dominante sobre la dopamina.

El artículo plantea una revisión del paradigma basada en datos de diversas investigaciones, incluidas las realizadas durante las últimas dos décadas por la institución en colaboración con la Universidad de Connecticut en EE UU sobre el papel de la dopamina en la conducta motivada en animales.

“Existe la creencia popular, y también científica, de que la dopamina regula el placer y la recompensa, que cuando consigues algo que te satisface liberas dopamina, pero las últimas investigaciones demuestran que este neurotransmisor actúa de forma previa, es el que nos mueve a actuar, se libera para conseguir algo, ya sea evitar un mal o alcanzar un bien”, explica Mercè Correa, coautora del artículo.

La dopamina es la que nos mueve a actuar, se libera para conseguir algo, ya sea evitar un mal o alcanzar un bien

La investigadora afirma que ha llegado un momento en el que los datos pesan tanto que se plantea un cambio en la teoría dominante. Los estudios realizados en los últimos años demuestran que se libera dopamina tanto por sensaciones placenteras como por estrés, dolor o pérdidas.

Los resultados podrán ser aplicados tanto en patologías relacionadas con la falta de motivación y la fatiga mental, como en aquellas en las que existe una motivación y perseverancia excesiva, como las adicciones.

“Está tan implicada en lo negativo como en lo positivo, pero se han sesgado mucho las investigaciones para solo incidir en lo positivo”, señala Correa. En concreto, en los estudios realizados con roedores se ha demostrado que un animal con unos niveles normales de dopamina se esfuerza para conseguir una recompensa más valiosa a pesar de poder acceder sin ningún trabajo a una menos valiosa.

Sin embargo, si se reducen los niveles de dopamina, el animal toma únicamente el alimento o la recompensa que no le supone esfuerzo y renuncia a alcanzar otra más valiosa. En el caso de la adicción, la dopamina está elevada durante el esfuerzo anticipado que un animal tiene que hacer hasta conseguir la droga. “No está regulando lo que el animal siente cuando toma la droga, si no que está provocando que persevere hasta conseguirla”, indica la investigadora.

El nivel de dopamina varía en cada individuo, por lo que hay personas más perseverantes que otras para alcanzar una meta. “La dopamina lleva a mantener el nivel de actividad para conseguir lo que se persigue, por lo que en principio es positiva, sin embargo, siempre dependerá de los estímulos que se busquen. Es válido tanto si el objetivo es 'ser bueno en los estudios' como si el fin es 'consumo de drogas de abuso', vale para la motivación normal y para la patológica”, apunta Correa.

Los elevados niveles de dopamina también explicarían la conducta de los denominados buscadores de sensaciones. “Lo que la dopamina regula no es que lo vivido les produzca más placer, sino que están más motivados para actuar. La producción de dopamina se ha confundido durante mucho tiempo con la satisfacción, pensando que provoca que estas personas sientan más, cuando lo que hace es que sean más activos”, indica.

Aplicación para la depresión y la adicción

Conocer cuáles son los parámetros neurobiológicos que hacen que las personas se motiven por algo es importante para muchas facetas de la vida, tanto en la educación, en el trabajo o en la salud. Ante esta nueva perspectiva, la dopamina se presenta como un neurotransmisor básico para hacer frente a síntomas como la anergia, es decir, la falta de energía que se presenta en patologías como la depresión.

“La gente deprimida no tiene ganas de hacer nada, cualquier esfuerzo lo ve como una montaña, y eso es porque en la depresión hay niveles bajos de dopamina y, por tanto, falta motivación”, subraya Correa. La falta de energía y motivación está también relacionada con otros síndromes que presentan fatiga mental como el párkinson, la esclerosis múltiple o la fibromialgia, entre otros.

En el caso opuesto, en los desajustes al alza, la dopamina podría estar implicada en problemas de conductas adictivas, que llevan a una actitud de perseverancia compulsiva. En este sentido, Correa indica que los antagonistas dopaminérgicos que se han aplicado hasta ahora en problemas de adicciones probablemente no han funcionado porque no se ha hecho un planteamiento adecuado del tratamiento al partir de una comprensión errónea del funcionamiento de la dopamina y es que “ahora sabemos que no está regulando las emociones, como establecía la creencia general, sino la motivación para satisfacerlas”.

Referencia bibliográfica:

John D. Salamone, Mercè Correa “The Mysterious Motivational Functions of Mesolimbic Dopamine” Neuron, November 2012, Pages 470–485.
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0896627312009415

Fuente: Universitat Jaume I de Castellón
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