Los resultados aparecen en el último número de la revista ‘Psicothema’

Las personas responden por igual a los sonidos afectivos sin importar su sexo ni su cultura

Hace unos meses, un grupo de universitarios españoles realizó una “experiencia auditiva” del Sistema Internacional de Sonidos Afectivos (IADS), un conjunto estandarizado de 110 sonidos utilizados para estudiar las emociones. Ésta ha sido la base de un estudio que ahora revela que no existen diferencias significativas entre la respuesta facilitada por mujeres y hombres, ni entre la proporcionada por los españoles respecto a los estadounidenses.

Escalas gráficas del SAM
Escalas gráficas del SAM para evaluar las emociones que transmiten los sonidos. En la fila 1, valencia efectiva (del superfeliz al triste); en la 2, activación (del hiperactivo al relajado); y en la 3, dominancia (del dominado al dominador).

El IADS es una base de sonidos cotidianos y fáciles de identificar, con una carga cultural mínima para que la comunidad científica pueda utilizar con cualquier tipo de población. El creador de este modelo de estudio sonoro es el profesor Peter J. Lang, del Centro para el Estudio de la Emoción y la Atención de la Universidad de Florida (EEUU). Allí se digitalizaron en 1999 los 110 sonidos no verbales que estudian las emociones, como el canto de un pájaro, el ruido de una taladradora, un bostezo o un grito de terror. Para evaluar las emociones que transmiten estos sonidos el equipo norteamericano desarrolló también un sistema tridimensional denominado “Self-Assessment Manikin” (SAM), que emplea escalas gráficas mediante dibujos y viñetas.

La adaptación española de este modelo ha sido realizada ahora por el psicólogo Enrique García Fernández-Abascal, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. En ella, han participado 1.716 estudiantes universitarios, de los cuales 1.136 fueron mujeres. Fernández-Abascal explica a SINC que los sonidos fueron valorados según las tres escalas emocionales propuestas por Lang: “la dimensión de valencia afectiva, que estima el nivel de agrado o desagrado que produce lo que se escucha; la dimensión de activación, que evalúa la intensidad de la respuesta emocional producida; y la dimensión de dominancia, que mide el grado de control que se cree tener de la situación emocional.

Los participantes en el experimento cuantificaron estas dimensiones utilizando las escalas gráficas del SAM. Así, la dimensión de valencia afectiva está representada en un extremo por una figura feliz y sonriente y, en el otro, por otra infeliz con ceño fruncido. De forma similar, se utiliza otra escala para la dimensión de activación, que va desde una figura activa con ojos bien abiertos hasta otra relajada con ojos cerrados, y en el caso de la dominancia se representa desde una figura muy pequeña (dominado) en un extremo hasta otra muy grande (dominador) en el otro.

Los resultados y los gráficos, en forma de boomerang, obtenidos con las respuestas de los españoles fueron semejantes a los que se elaboran en Estados Unidos, por lo que los autores del estudio destacan la idoneidad de los estímulos del IADS para provocar respuestas emocionales similares en personas de países y culturas diferentes.

Fernández-Abascal destaca que este modelo es un instrumento “de alto interés”, ya que permite seleccionar sonidos que producen un tipo de respuesta emocional específica, y explorar en una persona su mapa emocional, “delimitando sus sesgos, o siguiendo evolutivamente su grado de maduración emocional”.

Referencia bibliográfica:
Enrique G. Fernández-Abascal, Pedro Guerra, Francisco Martínez, Francisco J. Domínguez, Miguel Á. Muñoz, Damián A. Egea, María D. Martín, José Luis Mata, Sonia Rodríguez y Jaime Vila. “The international affective digitized sounds (IADS): Spanish norms”. Psicothema 20(1): 104-113 2008.

Fuente: SINC
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