Médicos, enfermeros y profesores suelen ser reemplazados por otros profesionales cuando han caído enfermos, no solo para permitirles recuperarse de su dolencia, sino también para evitar el contagio en el caso de enfermedades infecciosas. Sin embargo, una nueva investigación revela que esta estrategia puede ser responsable, precisamente, de que la epidemia se propague a mayor velocidad.
Cuando un profesor, médico u otro profesional enferma, lo normal es reemplazarlo para que se recupere. Pero es posible que esta estrategia acelere la transmisión de las enfermedades infecciosas. Así lo indica un estudio de la Universidad de Barcelona, que ha analizado el impacto de este comportamiento en la evolución de epidemias como la gripe mediante un modelo teórico de redes dinámicas.
Los resultados, validados al compararlos con series de datos históricos sobre la gripe en EE UU, podrían servir para mejorar la toma de decisiones de salud pública durante los brotes infecciosos. El trabajo se ha publicado en la revista Nature Physics y está firmado por Antoine Allard, investigador posdoctoral del Departamento de Física de la Matèria Condensada de la UB, Samuel Scarpino, de la Universidad de Vermont, y Laurent Hébert-Dufresne del Santa Fe Institute.
El proceso por el cual una persona sana sustituye a un compañero que coge la baja por enfermedad se llama intercambio relacional. Para averiguar el efecto que tiene este comportamiento en la difusión de las enfermedades, los investigadores han incorporado este intercambio en un modelo teórico de red dinámica desarrollado por ellos mismos. En este modelo, los individuos que causan baja son nodos de una red, que se sustituyen por nuevos nodos susceptibles de contagio al adquirir las conexiones del individuo enfermo.
“Este intercambio relacional es importante porque el nuevo nodo susceptible de contagio tiene más riesgo de contraer la enfermedad y también incorpora individuos de una región diferente, ampliando la red de posibles contagios”, explica Antoine Allard.
Para validar el modelo, los investigadores analizaron diferentes series de datos históricos de epidemias de gripe en Estados Unidos, entre ellas la pandemia de H1N1 de 2009. La idea era comparar el número y la evolución de los casos observados con la predicción del modelo desarrollado por los investigadores. “En primer lugar, comprobamos que se producía el patrón de intercambio relacional para la gripe. Después encontramos una fuerte evidencia de que el intercambio acelera la transmisión antes del punto álgido de la epidemia, un patrón que no lograban captar los modelos de gripe existentes en la actualidad”, explica Antoine Allard.
Promover la vacunación
Estos resultados tienen diferentes implicaciones respecto a la sustitución de las personas enfermas durante una epidemia, especialmente teniendo en cuenta estudios recientes que muestran que la transmisibilidad de patógenos disminuye a medida que el patógeno se propaga en una población heterogénea.
Esta disminución sería debida a que los individuos altamente conectados, como los profesores o las enfermeras, se infectan al principio de un brote y, una vez que se recuperan, el potencial epidémico de la población disminuye. “En el caso de un proceso como el intercambio relacional, que mantiene conectados a individuos susceptibles de enfermar, podría aumentar el riesgo de desarrollar cepas transmisibles más cambiantes y persistentes”, puntualiza Antoine Allard.
Ante esta situación, una medida útil, según los investigadores, podría ser la vacunación de los individuos que tienen funciones sociales de alto riesgo, ya que entonces el intercambio relacional no tendría efectos negativos sobre la progresión del brote.
El siguiente paso del equipo investigador será analizar más enfermedades con este modelo para comprobar si también se produce el efecto del intercambio relacional.
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