Expertos en análisis sensorial han valorado el conocimiento general de los consumidores españoles sobre el aceite de oliva virgen. La investigación ha puesto de manifiesto la escasa cultura acerca de este ingrediente básico de la dieta mediterránea.
Según datos recientes, España es, a día de hoy, la primera potencia mundial productora y exportadora de aceite de oliva. Actualmente, en nuestro país existen más de 30 Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) de aceite de oliva virgen extra, con un alto nivel de calidad y excelencia que ha requerido muchos esfuerzos por parte del sector y de la administración.
Sin embargo, ¿qué saben los consumidores del aceite de oliva virgen? Para responder a esta cuestión, investigadores del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA) de Catalunya han liderado un estudio para valorar el nivel de conocimiento sobre este ingrediente culinario extraído de las aceitunas, considerando tanto los aspectos sensoriales como el conocimiento objetivo y subjetivo.
Tras seleccionar 400 consumidores de aceite de oliva, repartidos entre Madrid y Barcelona e implicados en la compra y preparación de los alimentos en el hogar, los expertos han sometido a los encuestados a una cata de 8 muestras de aceites de oliva vírgenes del valle del Ebro (Navarra, La Rioja, Aragón y Cataluña). El perfil sensorial descriptivo de cada muestra fue definido con anterioridad por un panel oficial de diez catadores (con certificación ISO17025), según las normativas vigentes del Consejo Oleícola Internacional y de la Unión Europea.
Lluis Guerrero, investigador del IRTA y responsable del estudio, afirma que “los consumidores han mostrado saber diferenciar los distintos tipos de aceite, inclinándose para aquellos menos amargos y menos picantes. Sin embargo, no han sido capaces de reconocer los ligeros defectos sensoriales que marcan la diferencia entre un aceite de oliva virgen y uno virgen extra”.
Según los resultados de la investigación, más del 25% de los encuestados no percibe diferencias entre las tipologías del aceite, ni los aspectos que condicionan su calidad. Además, en general los españoles confieren poca importancia a la conservación del producto, por lo que las posibles alteraciones sensoriales sufridas por el aceite durante la distribución o el almacenamiento en el hogar serán atribuidas, muy probablemente, al productor.
Con todo, el conocimiento objetivo sobre las características nutricionales del aceite ha mostrado una mejora importante respecto a estudios anteriores. Por esa razón, “es fundamental seguir desarrollando estrategias de comunicación y actividades formativas que fomenten una adecuada cultura alimentaria entre la población” señala Guerrero. “Esto aumentaría la preferencia hacia aceites diferenciados con una elevada calidad sensorial y, por consiguiente, permitiría la competitividad de pequeñas y medianas empresas en determinados nichos de mercado”, concluye el investigador del IRTA.