Un equipo de investigadores catalanes y andaluces ha comprobado que los primeros sistemas agrícolas de la Península Ibérica se fueron haciendo cada vez más insostenibles con el paso de los siglos. Para realizar el estudio han analizado granos fósiles de trigo y cebada procedentes de Los Castillejos (Granada), un yacimiento arqueológico donde se cultivó cereal entre los años 4.000 y 2.500 antes de Cristo.
La ingeniera Mónica Aguilera, de la Unidad de Fisiología Vegetal de la Universidad de Barcelona (UB) y co-autora del estudio, explica a SINC que para estimar el rendimiento y el estado nutricional de los antiguos cultivos han cuantificado la abundancia natural de los isótopos estables de carbono y nitrógeno. “El tamaño del grano y la abundancia del isótopo carbono 13 (13C) sirven para estimar el rendimiento, mientras que para analizar el estado nutricional del cultivo se valora la abundancia del isótopo nitrógeno 15 (15N)”, explica la investigadora.
Los datos del estudio, publicados en la revista Rapid Communications in Mass Spectrometry, reflejan que entre el año 4.000 y el 2.500 a. C. (finales de la Edad del Bronce), se produjo aproximadamente una reducción del 35% en el rendimiento de los cultivos de trigo y del 30% en los de cebada. El peso medio de los granos de estos dos cereales también se redujo 10 miligramos (un 33%) y 12 mg (un 38%) respectivamente. Los investigadores han constatado además una disminución del 33% en el contenido de nitrógeno de los granos de trigo y del 56% en los de cebada.
“Estos datos sugieren que el sistema agrícola de esta región del sudeste peninsular no era sostenible con el tiempo, y no fue por falta de agua”, aclara Aguilera. Los científicos han estudiado la disponibilidad hídrica de los cereales al final de su ciclo de cultivo, a partir de la relación isotópica de carbono, y han obtenido valores aproximadamente constantes (en torno a 120 mm) para todo el periodo estudiado, por lo que consideran que el descenso en el rendimiento no tuvo relación aparente con fenómenos de sequía.
Los investigadores también han observado una estrecha relación entre las variaciones temporales de los cereales y las malas hierbas. La abundancia de la cebada coincidía con la de las malas hierbas ruderales (propias de terrenos incultos y escombreras, como la ortiga, la malva, el apio, el cenizo o los tréboles), mientras que cuando abundaba el trigo también lo hacían las malas hierbas características de cultivos de cereal (como amapolas, plantagos, acederas, y diversas gramíneas).
“Esto sugiere un sistema de cultivo diferenciado para ambos cereales: la cebada se relegaba posiblemente a zonas marginales, y los campos potencialmente más fértiles se reservaban al trigo, más abundante y muy probablemente el principal cultivo para el consumo humano de los sistemas agrícolas primitivos del sudeste peninsular”, señala a SINC Aguilera.
Los resultados del estudio relacionan el deterioro del estado de los cultivos con una pérdida progresiva en la fertilidad del suelo, y los datos refuerzan la hipótesis de que las primeras actividades agrícolas en el área mediterránea influyeron negativamente en sus condiciones ecológicas y medioambientales.
Los científicos han elegido el yacimiento arqueológico de Los Castillejos porque presenta un periodo de cultivo continuo de cereales de más de 1.500 años, que comienza en el Neolítico, cuando aparece la agricultura en esta región. No obstante han contrastado sus datos con otros recogidos en Arkaute (Álava), Guadahortuna (Granada) y en diversas localidades catalanas y castellano-manchegas, así como en algunos yacimientos de Siria, en el Mediterráneo Oriental.
En el trabajo, “que aplica de manera original un conjunto de metodologías novedosas derivadas del uso de isótopos estables de carbono y nitrógeno en la reconstrucción paleo-climática y ambiental“ -según comenta Aguilera-, han participado investigadores de la Universidad de Barcelona, la Universidad de Lleida y el Museo de Arqueología de Cataluña, además de arqueólogos de la Universidad de Granada y del Centro Andaluz de Arqueología Ibérica, perteneciente a la Universidad de Jaén.
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Referencia bibliográfica:
Mónica Aguilera, José Luis Araus, Jordi Voltas, Maria Oliva Rodríguez-Ariza, Fernando Molina, Nuria Rovira, Ramón Buxo, Juan Pedro Ferrio. “Stable carbon and nitrogen isotopes and quality traits of fossil cereal grains provide clues on sustainability at the beginnings of Mediterranean agriculture”. Rapid Communications in Mass Spectrometry 22 (11): 1653–1663. 2008.
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