El volcán islandés Grímsvötn amenaza con causar un nuevo caos aéreo en los cielos europeos, como ya hiciera su 'compatriota' Eyjafjallajökull el año pasado. Los satélites no dejan de monitorizar la evolución de la nube de cenizas para que los centros de vigilancia puedan evaluar su impacto sobre la aviación civil.
En mayo de 2010 el tráfico aéreo sufrió graves trastornos en toda Europa ante el avance de la nube de cenizas procedentes del volcán islandés Eyjafjallajoekull. Ahora existe el temor a que la historia pudiera repetirse. El volcán Grímsvötn, situado al sudeste de Islandia, entró en erupción el pasado día 21 de mayo, tras permanecer inactivo desde 2004. Las autoridades islandesas cerraron inmediatamente el espacio aéreo en la región.
Aunque la nueva erupción es de mayor magnitud que la del año pasado, la nube de cenizas está alcanzando una mayor altura en la atmósfera, por lo que se espera que afecte en menor medida al tráfico aéreo. Las medidas realizadas con radares desde el país nórdico indican que la nube está alcanzando una altitud de entre 12 y 17 km, y se está desplazando hacia el norte de la península Escandinava.
Fred Prata, del Instituto Noruego de Investigación del Aire, es un experto en la teledetección de nubes de cenizas y el responsable del proyecto de la ESA Apoyo a la Aviación para la Evasión de Cenizas Volcánicas, que explica: “La erupción del Grímsvötn es muy rica en cenizas, pero son bastante más húmedas que las del Eyjafjallajoekull, por lo que vuelven a caer en las proximidades de Islandia”.
“El volcán también está emitiendo una gran cantidad de dióxido de azufre, que se desplaza en dirección norte y noreste. Al ser de mayor magnitud que la del año pasado, es menos probable que alcance el continente europeo. Claro está que la situación podría cambiar rápidamente, por lo que es crucial monitorizar la evolución de la erupción minuto a minuto”, añade el experto.
Tras la erupción del Eyjafjallajoekull se acordaron nuevas normas de seguridad aérea. Ahora, por ejemplo, se debe cerrar el espacio aéreo cuando la densidad de cenizas supere los 4 mg por metro cúbico el Centro de Vigilancia de Cenizas Volcánicas (VAAC) de Londres (Reino Unido), responsable de la región en la que se enmarca Islandia, recopila toda la información disponible y prepara informes para las compañías aéreas.
Alertas desde el espacio
Los satélites constituyen una plataforma excelente para monitorizar el desplazamiento, la extensión y la concentración de las nubes de cenizas volcánicas. Por este motivo, la ESA ha creado un servicio específico para enviar alertas a los VAAC cuando alguno de sus satélites detectan una erupción volcánica, dentro del proyecto Apoyo a los Servicios de Control Aéreo.
El instrumento IASI a bordo del satélite meteorológico MetOp, en órbita polar, ha sido uno de los primeros en alertar de la erupción del volcán Grímsvötn la semana pasada. Los satélites en órbita geoestacionaria también pueden monitorizar la evolución de la nube de cenizas, tomando nuevas imágenes cada 15 minutos. Los satélites Meteosat europeos, con sus instrumentos SEVIRI, y los estadounidenses GOES están ayudando a evaluar la situación.
La combinación de los datos recogidos in situ, desde aviones y con la ayuda de los satélites, y los modelos matemáticos que están siendo desarrollados dentro de la iniciativa GMES (Global Monitoring for Environment and Security) de la ESA ayudarán a garantizar la seguridad de las operaciones aéreas sobre Europa durante las erupciones volcánicas.
Los modelos de dispersión permiten predecir la extensión y la dirección de propagación de la nube de cenizas volcánicas a partir de los datos recogidos por los satélites sobre el lugar de la erupción. Algunas animaciones muestran cómo la nube de dióxido de azufre viaja hacia el noreste, sobre el Océano Ártico, mientras que la nube de cenizas se desplaza hacia el sudeste, aunque de momento no supone una amenaza para la aviación sobre Europa.