Un grupo internacional de científicos liderados por Stuart L. Pimm, de la Nicholas Shool de Medio Ambiente de la Universidad de Duke (EE UU) explican en un artículo publicado en el último número de la revista Current Biology cómo la política de Reducción de Emisiones debidas a la Deforestación y Degradación (REDD) podría tener un efecto no demasiado favorable para la biodiversidad.
La Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC), integrada por 192 países, se reunirá en Copenhague en diciembre de 2009 para llegar a un acuerdo que permita frenar el calentamiento global a través de la reducción de las emisiones de carbono debidas a la deforestación.
En este sentido, el REDD propone compensar a los países que poseen selvas tropicales y que reduzcan su velocidad de deforestación, lo que a su vez reduce las emisiones de gases de efecto invernadero. Este acuerdo incluye estrategias de conservación y mejora de las reservas de carbono de las selvas.
“El REDD hace hincapié en la reducción de la velocidad de la deforestación, pero es probable que los gobiernos se centren en las zonas que son más baratas de preservar, mientras que proteger las zonas de gran biodiversidad podría no resultar rentable”, apunta el artículo.
También existe la preocupación de que el REDD no reduzca de forma efectiva los procesos de deforestación, sino que simplemente los desplace a otras zonas puesto que las selvas con mayor densidad de carbono no son necesariamente los lugares más importantes para la conservación de la biodiversidad.
“Poner en práctica el REDD podría acelerar la conversión y degradación de zonas de gran biodiversidad donde no se dispone de la financiación de este programa de conservación”, señala Pimm.
Los investigadores hacen un llamamiento en favor de la puesta en práctica de políticas de protección más “sensatas y prudentes” para frenar el calentamiento global y proteger la biodiversidad. Entre ellas, que la evaluación, conservación y contribución económica de la biodiversidad se incluyan en el texto del acuerdo de Copenhague.
“La biodiversidad es esencial para la adaptación de los ecosistemas. Si se garantiza que las políticas del REDD no solo reducen las emisiones de carbono, sino que también conservan la biodiversidad, nos aseguramos que la humanidad y la biosfera puedan ser tan resistentes como sea posible a las alteraciones climáticas”, concluye Pimm.
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Referencia bibliográfica:
Alan Grainger et al.: “Biodiversity and REDD at Copenhagen.” Current Biology, 17 de noviembre de 2009.
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