Un equipo de zoólogos acaca de publicar el primer catálogo de hormigas de Sierra Nevada. El macizo montañoso, perteneciente a los sistemas penibéticos, da cobijo a 87 especies de hormigas diferentes, una tercera parte de las conocidas en la Península Ibérica.
Después de tres décadas de investigación, un equipo de zoólogos acaba de completar el primer catálogo de hormigas de Sierra Nevada, que incluye 87 especies diferentes, es decir, una tercera parte de las existentes en la Península ibérica.
El inventario, que se publica este mes en la revista Zoologia baetica, es el fruto final de un trabajo que inició el biólogo Alberto Tinaut, de la Universidad de Granada, en 1977. “La elevada altitud de Sierra Nevada, junto con la presencia de valles con cursos de agua permanente, proporciona una gran variedad de hábitats, lo que favorece que se instalen en ella especies muy diferentes y procedentes de diversas épocas”, aclara el investigador para justificar la alta biodiversidad de esta región montañosa. Además, añade, hay que tener en cuenta que las hormigas son insectos termófilos, y que Sierra Nevada es uno de los macizos europeos más meridional.
Tinaut sabe bien de lo que habla. Más de la mitad de las especies incluidas en el nuevo catálogo, alrededor de cincuenta, han sido identificadas por primera vez en Sierra Nevada por él y sus colaboradores. La primera fue Rossomyrmex minuchae (1981), una especie endémica de la Penibética y parásita de otras hormigas. “En aquel momento sólo se conocía otra especie del mismo género, pero a varios miles de kilómetros de distancia, en las estribaciones del Cáucaso”, recuerda Tinaut.
Catalogar a todas las hormigas de Sierra Nevada ha supuesto muchas horas de dedicación y varios años de trabajo. “Encontrar especies raras o escasas nos ha exigido mucho trabajo de campo, a veces utilizando trampas de caída o cebos, incluso lámparas de luz por la noche para algunos sexuados”, relata Tinaut. Pero además del trabajo de campo, si se quiere tener una buena aproximación a la fauna de un determinado lugar, es necesario identificar las muestras usando toda la bibliografía posible (en su caso incluyendo la de otros países del Mediterráneo y de Asia central), así como estudiar las colecciones almacenadas en museos. “A pesar de todo ello este tipo de estudios no suele ser valorado, ni siquiera por la comunidad científica, considerándoseles un tipo de trabajo anticuado e irrelevante”, se lamenta el investigador granadino.
El atractivo de las hormigas
La pasión de Tinaut por las hormigas no es infrecuente. Este grupo de insectos suele atraer la atención incluso de aquellos que no tienen especial interés en la ciencia. “Yo creo que quizás el hecho de estar ante insectos que trabajan o actúan en grupo, con un aparente orden, y que realizan tareas que podemos reconocer de forma inmediata (coger comida, llevarla al hormiguero, cuidar a las larvas, "hablar" o intercambiar "ideas" entre ellas, etc.) los humaniza un poco, y nos obliga a detener un rato nuestra mirada y a pensar sobre ellos”, reflexiona Tinaut. Después, admite, “unos siguen toda su vida pensando sobre ellas, otros pasan de largo, y otros las pisan y siguen su camino”.