Según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Universidad de Guelph (Canadá), cada deportista de las especialidades olímpicas de tiro utiliza un millar de cartuchos por semana y dispersa alrededor de 1,3 toneladas anuales de plomo en el entorno, con efectos nocivos para la fauna y la agricultura. En el artículo, publicado en la revista AMBIO, los autores reclaman la sustitución de la munición de plomo por la de acero, no tóxica y de características técnicas similares.
El profesor del área de toxicología de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Raimon Guitart, y el profesor emérito de la Universidad de Guelph, en Canadá, Vernon Thomas, han analizado en detalle los efectos ambientales del uso de munición de plomo en las prácticas deportivas de tiro, en un artículo de investigación publicado en el revisa AMBIO.
Aunque el número de atletas olímpicos de esta especialidad es reducido, y que en las competiciones olímpicas se recupera y se recicla la munición disparada, los aspirantes de todo el mundo son muy numerosos y las prácticas se dan en condiciones que hacen prácticamente imposible la recuperación de la munición después del disparo.
Los investigadores muestran cómo el entrenamiento de estos atletas implica la utilización de aproximadamente un millar de cartuchos cada semana por persona, y una dispersión anual en el medio ambiente de unas 1,3 toneladas de plomo. Este metal supone un riesgo de contaminación de los cultivos y de intoxicación para los animales, en especial para las aves, que confunden la munición con pequeñas piedras y la ingieren.
Desde hace 10 años existe munición deportiva alternativa no tóxica, fabricada con acero, el Comité Olímpico Internacional confía la regulación sobre el tipo de munición a la Federación Internacional de Deportes de Tiro (ISSF), que solo acepta la munición de plomo para las competiciones oficiales. Esto hace que en algunos países, como Dinamarca, Suecia y los Países Bajos, en los que el uso de munición de plomo está prohibido, deban hacerse excepciones para los entrenamientos y las competiciones de tiro olímpico de sus atletas.
El estudio señala que el plomo, según el tipo de terreno, se puede disolver, dispersar por las aguas subterráneas, y llegar a ser asimilado por la vegetación. De esta manera, se han descrito casos de terrenos agrícolas contaminados por plomo procedente de instalaciones de tiro deportivo en la República Checa, donde el plomo pasó a los cereales, en Finlandia, donde se ha descrito contaminación de campos de arándanos y en Nueva Zelanda.
Además del plomo, el estudio remarca que la munición fabricada con este metal también contiene arsénico y antimonio, dos metales tóxicos que son liberados al medio cuando la munición se degrada y que también contribuyen a incrementar el riesgo ambiental de esta práctica.
Según los autores, el problema del uso de plomo en la munición podría estar solucionado antes de 2020, con nuevas medidas reguladoras y la sustitución gradual de la munición tóxica por la de acero.
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