Investigadores de la Universidad de Salamanca estudian desde hace años una subespecie de pechiazul (Luscinia svecica azurcollis), unpequeño pájaro endémico de la Península Ibérica cuya mayor parte de la población se ubica en Castilla y León. A pesar de los esfuerzos de los científicos, buena parte de los hábitos y características del pechiazul siguen siendo desconocidos.
"Pensábamos que los animales que tienen una mancha blanca en el pecho más conspicua eran más llamativos en el campo, tenían mejor canto y un territorio mejor o más grande", afirma en declaraciones a DiCYT Salvador Peris, catedrático de Biología Animal de la Universidad de Salamanca. Sin embargo, "las investigaciones han demostrado que no es así: los pájaros que presentan esta mancha más visible resultan ser los ejemplares más jóvenes y que va desapareciendo con el tiempo", añade.
Salvador Peris y su equipo están especialmente interesados en el canto de las aves, ya que se trata de una característica que evoluciona muy rápidamente y que revela aspectos muy importantes del comportamiento de estos animales.
De hecho, los pájaros que presentan una mayor riqueza de sonidos, que emplean para aparearse y para defender su territorio, suelen acabar diferenciando mucho su canto entre unas poblaciones y otras si no están en contacto. Es decir, que construyen diferentes dialectos aunque se trate de la misma especie, según ha comprobado este grupo de investigación en estudios con otras aves.
Otra de las hipótesis de partida en esta investigación era que las poblaciones de pechiazul del sistema central y de la comarca zamorana de Sanabria, dos de los lugares que albergan la subespecie Luscinia svecica azurcollis podrían haber desarrollado dialectos diferentes, pero parece ser que esto tampoco es así. "Analizando los sonogramas, pensamos que no hay dialectos diferentes según las zonas geográficas, sino diferencias concretas entre individuos", asegura Peris en referencia a las representaciones visuales de los sonidos que consiguen grabar.
Migración desconocida
Por lo tanto, el estudio de este pájaro parece descartar la relación entre la morfología del plumaje y la riqueza del canto, y de todo ello con el territorio que ocupa el animal. Sin embargo, harían falta muchos más estudios para llegar a conclusiones firmes sobre estos aspectos y para revelar otros nuevos. Por ejemplo, los científicos desearían comprobar si, tras las migraciones de cada año, cuyo destino es desconocido, cada individuo va enriqueciendo progresivamente su canto al incorporar nuevos registros.
Es posible que los lugares donde migran cada año sean el África subsahariana o los estuarios de ríos peninsulares como el Tajo, el Duero o el Guadiana, pero esto no se ha podido comprobar con certeza debido a las dificultades para controlar a este pájaro.
Los científicos han anillado unos 70 individuos, pero después de cinco años de trabajos están comprobando que, a diferencia de otras especies, es muy difícil volver a encontrar al mismo pájaro de un año para otro y, hasta el momento, en los pocos casos en que se ha conseguido no se han dado las condiciones idóneas para grabar su canto y saber si existen variaciones.