Una vez al año la editorial McGraw-Hill publica en Nueva York el Anuario de Ciencia y Tecnología, que reúne artículos sobre los descubrimientos científicos considerados más importantes. En la selección de los artículos que forman parte del libro participan 48 especialistas mundiales en diferentes campos de la ciencia, que escogen entre miles de investigaciones publicadas en las mejores revistas técnicas.
Este año, entre otros estudios, tales como la influencia en la atmósfera de los gases de efecto invernadero, la detección y estudio de una supernova o las ideas más recientes sobre la extinción de los Neandertales, ha sido seleccionada una investigación liderada por científicos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), con la colaboración de la Universidad de Barcelona y el Museo Americano de Historia Natural. Se trata del estudio de la tela de araña más antigua conocida, realizado por los investigadores Enrique Peñalver, David Grimaldi y Xavier Delclòs. La tela se encontró atrapada en un pedazo de ámbar, en Teruel, y tiene una antigüedad de unos 110 millones de años. Este ámbar se formó a partir de una chorreadura de resina producida por un grupo de coníferas que actualmente no existen ya en España.
El descubrimiento tuvo repercusión mundial en los medios de comunicación, ya que la tela encontrada es sofisticada y eficaz, y data de los tiempos de los Dinosaurios, en el período Cretácico. En esta época las plantas con flores empezaban a colonizar el medio terrestre, quedando desplazadas las coníferas y estableciéndose, tras decenas de millones de años la ecología que actualmente conocemos en nuestros bosques, selvas, praderas, etc. Este cambio es considerado una de las grandes revoluciones en la Historia de la Vida. En ese cambio, los insectos polinizadores tuvieron un papel crucial, evolucionando a la par que las plantas con flores, y ahora sabemos que las arañas construían telas muy eficaces para atraparlos en una etapa tan temprana.
En la tela de araña descubierta, de tipo orbicular, se aprecian, atrapadas con eficacia por gotas pegajosas, las presas del arácnido. Conservados con todo detalle se pueden encontrar una mosca y una avispa parásita, ambas con los abdómenes parcialmente destruidos tras ser digerido su interior por los jugos digestivos de la araña. Estos dos ejemplares constituyen especies no conocidas hasta hoy, y se presentarán como especies nuevas en un artículo que se publicará próximamente.
Una excavación paleontológica realizada el año pasado en el yacimiento turolense donde se encontró la tela mostró ejemplares de araña perfectamente conservados. Además, se pudo comprobar que el ámbar se encuentra en un estrato del terreno que se originó después de un enorme incendio que debió de arrasar gran parte del bosque primitivo y de sus habitantes.
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