Hoy celebramos el Día de la Tierra, y van 50 años. Si echamos la vista atrás, veremos que han cambiado muchas cosas. Teresa Ribera, vicepresidenta cuarta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, habla en SINC de los desafíos ambientales y cómo afrontarlos con la mirada en el futuro.
La población del planeta se ha duplicado. Gracias a la (mal llamada) revolución verde de ayer, explotamos hoy muchísimas más hectáreas y recursos naturales (bosques, minerales, combustibles fósiles, suelo, agua), casi sin freno.
Inevitablemente, nuestra huella ecológica ha crecido de manera exponencial. Nuestra producción de plástico por persona ha aumentado en más de un 400 % desde 1970. Per cápita, cada habitante del planeta emite globalmente un 20 % más de gases invernadero que hace cinco décadas. La temperatura del planeta ha aumentado ya más de 1 ºC de media, respecto a la era preindustrial.
Ocupamos más, contaminamos más, dejando poco espacio a los ecosistemas y al resto de sus habitantes. Eso nos está generando enormes problemas, a ellos y a nosotros: la mayoría de las nuevas enfermedades infecciosas que nos afectan son zoonosis, de origen animal.
Pero no es eso todo lo que ha cambiado. En el último medio siglo, la ciencia nos ha ofrecido avances espectaculares. Gracias a ella, tenemos hoy una capacidad de entender lo que nos sucede, de proyectar escenarios futuros y de diseñar respuestas como no habíamos tenido nunca antes.
Tenemos datos y capacidad de análisis. Eso nos permite saber que tenemos una prioridad urgente: reducir los niveles de emisión de gases contaminantes a la atmósfera. Y también sabemos cómo hacerlo: racionalizando nuestras pautas de producción y consumo, utilizando tecnologías verdes, restaurando ecosistemas que nos protegen.
La innovación y el desarrollo tecnológico de las últimas décadas ha permitido perfeccionar y abaratar el acceso a las energías renovables. Se ha multiplicado por 32 la capacidad de generación de energía eólica, y por más de 400 la capacidad de generación de energía solar.
Y, sin embargo, la Ciencia no lo puede todo. Necesitamos movilizar liderazgos políticos, inversiones responsables, sociedades comprometidas. Seguiremos conviviendo con incertidumbres: no tenemos todas las respuestas respecto al comportamiento de los ecosistemas llevados al extremo, al de nuevos patógenos que nos amenazan, a nuestra capacidad como especie de adaptarnos… y de reaccionar.
Eso nos debe empujar a mitigar los riesgos en todos los frentes, a construir resiliencia, a aplicar –ante lo incierto y por defecto– el principio de precaución. Podemos hacerlo, y también en eso hemos avanzado.
Celebramos en 2020 el cincuenta aniversario del Día de la Tierra, y también el quinto aniversario del Acuerdo de París. Ese marco nos obliga a todos los países a compromisos de reducción de emisiones y nos marca plazos para contener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 ºC.
Ese hito en las negociaciones climáticas, fue posible gracias a la presión de un movimiento cívico que demandó en las calles la defensa del planeta, como ocurrió en 1970.
Hoy es un buen día para aprender del pasado, pero también para imaginarnos cómo será la Tierra el 22 de abril del 2070 y para decidir a qué futuro queremos contribuir. Como dijo el poeta: “Señoras y señores, a elegir, a elegir de qué lado ponen el pie”.
Teresa Ribera es vicepresidenta cuarta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico