Que los alumnos adolescentes no dejen de utilizar la televisión o internet, sino que aprendan a hacerlo. Esa es una de las premisas de la Cátedra UNESCO de Comunicación y Valores Educativos, con sede en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la UPV/EHU. Premisa que responde a lo hallado en las investigaciones llevadas a cabo desde que dicha cátedra echó a andar en diciembre de 2009.
“Nuestro objetivo son los medios de comunicación —principalmente, las nuevas tecnologías y la televisión— como agentes de socialización. Estamos convencidos de que en la socialización del adolescente interviene fundamentalmente la familia, los amigos y después los medios de comunicación, que se ha demostrado que tienen más importancia que la escuela”, explica Concepción Medrano, coordinadora de la cátedra.
Medrano es catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación, y coordina un equipo compuesto por expertos en Psicología, Pedagogía y Periodismo procedentes de la misma UPV/EHU y de las universidades de Guadalajara (México), Málaga y Zaragoza. El medio sobre el que más han investigado hasta ahora es la televisión. Concretamente, sus primeros resultados provienen del proyecto La dieta televisiva, los valores y la identidad de los adolescentes, en el que han sido estudiados 1.220 adolescentes (14-18 años) de San Sebastián (125 alumnos), Macorís (Republica Dominicana), Zaragoza, Guadalajara (México), Oruro (Bolivia), Málaga, Rancagua (Chile) y Dublín.
2,45 horas de televisión al día
Algunos resultados arrojados por dicha investigación resultan especialmente llamativos. Por ejemplo, el siguiente destacado por Medrano: “Estamos descubriendo que en San Sebastián no se ven tantas horas de televisión como se pensaba (2,45 y 2,87 horas al día entre semana y el fin de semana, respectivamente). En Dublín, se ven 4,58 y 4,65 horas”. En general, las horas de permanencia no ocupan demasiado tiempo, y se dedican más horas a estar con la familia y con los amigos, así como al uso del móvil.
Los jóvenes “se preocupan” por sus personajes televisivos favoritos, lo que demuestra que tienden a identificarse con ellos. De hecho, según explica Medrano, un buen indicador de los valores que perciben en la televisión son las características de estos personajes que más les gustan a los adolescentes. “Observamos que eligen al que más les gusta, primero, por su simpatía y humor; después, por su personalidad, su trabajo, por tener una actitud no conformista y rebelde, y por su inteligencia; y finalmente, por su atractivo físico. Es interesante que el atractivo físico lo valoren en último lugar”, afirma. Además, recalca que tienden a percibir en estos personajes valores más colectivistas que individualistas. Hay que ser prudentes al interpretar este tipo de respuestas, “porque nos pueden indicar que han contestado para quedar bien, o, si han contestado sinceramente, que no siempre se identifican con personajes que transmiten contravalores”.
Asimismo, los adolescentes con menor experiencia vital parecen tomarse la televisión más en serio, según dice Medrano: “Cuanta menos experiencia vital hayan tenido, perciben la televisión de forma más realista. De alguna manera, les afecta más”. Por ejemplo, un adolescente que no sale mucho y ve en una serie a jóvenes que beben alcohol todos los fines de semana, entenderá que es lo normal entre los adolescentes. A mayor realismo percibido, mayor identificación con lo que ocurre en el medio.
Guías para enseñar a utilizar los medios
En conclusión, los resultados muestran que los adolescentes se identifican con ciertos personajes de la televisión, lo que refuerza la premisa defendida por los integrantes de la cátedra sobre trabajar los contenidos de la televisión en la escuela. Tal y como explica Medrano, “nuestra hipótesis es la siguiente: trabajemos con los contenidos que transmite la televisión, y decodifiquemos dichos contenidos. ¿Qué es lo que está ocurriendo ahí? ¿Es normal que haya relaciones sexuales entre profesores y alumnos? ¿Es normal el empleo del lenguaje que utilizan? ¿Por qué está bien? ¿Por qué está mal? Es decir, trabajar con las narraciones televisivas que más les gustan, para enseñar a ver la televisión y desarrollar las competencias mediáticas correspondientes. Hay que trabajar con el profesorado para que sepan leer valores en las distintas narraciones”.
De hecho, los integrantes de la cátedra piensan seguir trabajando por este camino. Al igual que han hecho con la televisión, ahora van a empezar a profundizar más en los valores transmitidos por otros medios (tales como Internet o los videojuegos), pero sin olvidar su propósito de llevar el asunto a las aulas. “Tenemos planificado trabajar en guías para padres, profesores y alumnos, con el fin de desarrollar competencias y enseñar cómo se puede intervenir; en la televisión, en Internet o en otros medios. Para que aprendan a utilizarlos, no para dejar de hacerlo”, concluye Medrano.