Como si se tratase de una concurrida ágora de la Atenas clásica, la Universitat Pompeu Fabra (UPF) acogió durante el 14 y 15 de septiembre el primer Campus Gutenberg, un punto de encuentro de comunicadores y divulgadores científicos de todo el estado. En él se dieron cita entusiastas de la ciencia de toda España, desde destacados autores de best sellers de divulgación científica (porque, como las meigas, haberlos, haylos), pasando por profesores universitarios, periodistas al uso, responsables de comunicación de centros de investigación, traductores, editores, estudiantes y, sobre todo, amantes de la ciencia.
Pese a que Vladimir de Semir, director del OCC-UPF, insistió en el acto de clausura que estaba más que satisfecho y que no es partidario de las alabanzas, es necesario hacer justicia a los organizadores, destacando la meticulosa labor de organización de Carme Pérez, como responsable de comunicación del Campus, y de Gemma Revuelta, subdirectora del OCC-UPF.
Adulaciones aparte, el Campus Gutenberg ha contado en tan sólo dos días con un intensísimo programa de actividades para poder concentrar en el tiempo disponible, las ideas, consejos y opiniones de aquellos que, desde hace tiempo sabemos todos, tienen algo que decir en el mundo de la comunicación científica de este país, junto con las aportaciones de aquellos que estamos en proceso de madurez divulgativa.
Talleres, debates, más talleres, más debates y microdiálogos, componen el conjunto de actividades que han tenido lugar en la que de Semir denominó, sin riesgo a equivocarse, escuela de verano. Entre las temáticas pudimos escuchar, opinar y compartir ideas sobre ciencia en campos como el periodismo en líneas generales, la prensa, la televisión, la literatura, la infografía, etc. relacionados con la divulgación científica.
Un servidor tiene que confesar que le hubiese gustado haber acudido a más talleres y debates, pero como a otros asistentes, sus ocupaciones no se lo permitieron: una buena razón para no dudar en participar en una más que segura segunda edición del evento.
No puedo olvidarme de los microdiálogos, ya que su coordinación fue de la mano de la Associació Catalana de Comunicació Científica. La ACCC, con la participación de Cristina Ribas, presidenta de la asociación, Raúl Toran, vicepresidente, Mercè Piqueras, expresidenta, Bibiana Bonmatí i Anna Ramon, socias de la ACCC, y un servidor, estuvo más que representada a nivel organizativo.
¡Y no digamos a nivel participativo! Cuando me encontraba en el debate final en el auditorio del Campus, girase hacia donde girase la cabeza, podía localizar a algún socio de la asociación. "Es casi un congreso de socios de la ACCC", pensé. Para muestra, la mesa del debate final: seis participantes y tres socios de la ACCC (Xavier Duran, Pere Estupinyà i Claudi Mans).
Tiempo de debate
Si algo he aprendido a lo largo de mi corta e intensa trayectoria en este mundillo, es que a los divulgadores y comunicadores científicos les/nos gusta debatir. El entusiasmo por la ciencia cuando se traslada a un coloquio puede dar mucho de sí. Una buena muestra fue la mesa de debate final. Carlos Elías, Núria Pérez, Pere Estupinyà, Claudi Mans y Xavier Duran, estos tres últimos socios de la ACCC, moderados por Sergi Cortiñas, cerraron el turno de ponencia en el Campus con un debate sobre divulgación científica y libros.
Para nombrar tan sólo las obras de los autores allí presentes, necesitaría elaborar una crónica aparte, que seguramente tendría que ser revisada concienzudamente para no dejarme ningún título en el tintero. Pero, precisamente fueron los títulos uno de los puntos de anclaje del coloquio. Según Estupinyà, y avalado por Duran, la forma de titular un libro científico puede abrir la puerta o cerrarla a un mayor o menor número de posibles lectores.
"Cuando escribes un libro tienes que buscar un buen título", opinaba el autor de El ladrón de cerebros. Esta idea fue reforzada por Duran, quien siendo autor de una obra denominada ¿Por qué las leonas no los prefieren rubios?, era más que evidente que coincidiría en la misma teoría. De hecho, el periodista de TV3 – y ya dicho sea de paso, quien ostenta el carné de socio número 1 de la ACCC –, afirmó que "nunca me habían querido entrevistar tanto por un libro como cuando escribí este".
Más allá de la defensa del título, Duran elogió el género literario como un idóneo instrumento para divulgar ciencia "ya que aunque no llegas a tanto público como con un artículo en un periódico, puedes profundizar más". Aun así, Claudi Mans, autor un más que considerable número de libros sobre divulgación científica, insistió que "en un libro de divulgación no se puede tener un rigor absoluto en el uso del lenguaje científico". Mans destacó que, en su opinión, una de las claves del éxito de la divulgación científica a través de la literatura radica en partir de "ejemplos de la vida cotidiana".
Estupinyà por su parte, autor del celebérrimo El ladrón de cerebros, aprovechó para explicar cómo su obra surgió de una serie de casualidades. "Me concedieron una beca para periodistas científicos en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston y tenía que aprovechar todo lo que aprendía sobre ciencia y reflejarlo en algún sitio. Por eso creí que tenía que escribir un libro".
El catalán confesó que la literatura exige sudor: «esto de escribir requiere tiempo" indicó, pero que el "encierro absoluto" le permitió acabar su primera obra. Estupinyà concluyó que además "hay mercado para los libros de ciencia". Otro de los apuntes interesantes del divulgador fue la referencia a la autoedición, como uno de los salvaguardas de este tipo de literatura, y a los libros cortos, que están marcando tendencia en Estados Unidos: "se están poniendo de moda los libros cortos de apenas 30 páginas. De hecho estoy preparando uno".
Completaron la mesa, Núria Pérez, responsable de uno de los pocos clubs de lectura científica de la Biblioteca de la Sagrada Família, quien, pese a que "aún no he escrito un libro", se declaró una gran entusiasta del género. Otra reflexión interesante vino de parte del autor Carlos Elías, quien defendió el libro frente al artículo para hacer divulgación científica apostillando que "los artículos mueren y los libros permanecen, al menos en las universidades".
“¿Se dice “trending topic”?”
El director de l’OCC-UPF confesó no ser un experto en Twitter, canal 2.0 que se convirtió en columna vertebral virtual de estas jornadas. Junto a la etiqueta, o hashtag, #CGutenberg pudimos compartir en la red el bombardeo de ideas, opiniones y comentarios que escuchamos de cada uno de los ponentes. De hecho, más de un comunicador científico que no pudo acudir a la cita, optó por probar que se cocía en esta olla científica a través del las impresiones de apenas 140 caracteres.
La mención a la red social por parte de Vladimir de Semir no fue baladí. Cansados de oír los lamentos de aquellos que luchan por un hueco para la ciencia en la saturación informativa del día a día, la para algunos prima fea de la temáticas en prensa, se convirtió en tema del momento en Twitter (Trending Topic) en España durante unas horas: "¡el Campus Gutenberg fue un Trending Topic! Se dice así, ¿no?", exclamaba de Semir al público presente en la auditorio del Campus en el acto de clausura.
Gemma Revuelta aclaró que "de hecho en Twitter abundan los comunicadores científicos. Por eso hemos sido Trending Topic". El TT fue la guinda al suculento pastel divulgativo que nos ofreció el equipo del Observatorio de la Comunicación Científica de la Universitat Pompeu Fabra. De Semir se mostró más que satisfecho con el resultado del evento resumiendo las sensaciones que le habían inspirado los presentes en una palabra: entusiasmo. ¡Habrá qué repetir!
Solo para medios:
Si eres periodista y quieres el contacto con los investigadores, regístrate en SINC como periodista.