Españolas en la ‘catedral’ de la física europea

Son ingenieras, físicas, químicas y expertas en tecnologías de la información. Trabajan en el CERN, en Ginebra, varias de ellas en su famoso acelerador de partículas. Los laboratorios de este gran centro de investigación tienen una plantilla fija de unos 2.500 trabajadores, de los que un 20, 6 % son mujeres, según los datos oficiales. Estos días, como muchos de nosotros, teletrabajan desde sus casas tras el cierre de las instalaciones hasta nueva orden por la COVID-19.

Cristina Bahamonde, ingeniera química nuclear en el CERNen
La ingeniera química y nuclear Cristina Bahamonde trabaja en el sistema de colimación del LHC. Los colimadores protegen los componentes más sensibles de la máquina contra las pérdidas de haz durante el funcionamiento. / Noemí Carabán / CERN

El Laboratorio Europeo de Física de partículas (CERN) celebró el pasado año su 65 aniversario. Uno de los grandes avances científicos proporcionados por su acelerador de partículas LHC (Large Hadron Collider), el más grande del mundo, fue el descubrimiento del bosón de Higgs en 2012.

Es un entorno privilegiado para trabajar, “aunque muy masculinizado”, coinciden en afirmar a SINC en conversación por correo electrónico varias investigadoras y tecnólogas españolas que desarrollan labores destacadas en áreas como el sistema de colimación del LHC, la sala de control del acelerador y proyectos de tecnología de la información.

Los cambios en política de género en el CERN, como ocurre en el resto de la sociedad, son lentos, pero iniciativas como Women In Technology (WIT) tratan de acelerar las mejoras en este ámbito, apuntan. Además, desde 2014 el organismo está dirigido por la física italiana Fabiola Gianotti, la primera mujer que ocupa el cargo desde su creación. 

Estos días estas expertas, como muchos de nosotros, teletrabajan desde sus casas, algunas en poblaciones de la frontera entre Francia y Suiza y otras en Ginebra, “ya que las instalaciones del centro y los distintos experimentos están en parada por la pandemia de la COVID-19”, comentan a SINC.

Cristina Bahamonde, ingeniera química y nuclear

Esta santiaguesa, nacida en 1990, lleva en el CERN desde hace cuatro años y medio. “Trabajo en el LHC en la coordinación de actividades de instalación y mantenimiento de equipos de protección, más conocidos como colimadores”, comenta a  SINC.

“Los colimadores –explica– se ocupan de ‘limpiar’ la parte externa del haz de partículas mientras circula alrededor de los 27 km de acelerador, asegurando no solo la protección de equipos sensibles, sino también que las colisiones sean lo más limpias posibles”.

Cristina Bahamonde en el túnel del LHC. / Noemí Carabán. / CERN

La joven ingeniera química y nuclear detalla que hay alrededor de 120 colimadores instalados en el LHC. “Como consecuencia de la mejora planificada para que el acelerador llegue a nuevos niveles de energía y toma de datos –conocida como High Luminosity LHC–, varios de ellos se tienen que reemplazar o modificar durante la parada técnica planificada entre finales  2018 y 2021, conocida como LS2 [Long Shutdown 2]”.

Bahamonde se dedica a gestionar las actividades del equipo de colimadores, su fabricación y la parte mecánica. “Gestiono intervenciones que involucran hasta a 50 personas de 15 equipos de expertos distintos”, subraya

Cristina Bahamonde se dedica a gestionar las actividades del equipo de colimadores, su fabricación y la parte mecánica. “Gestiono intervenciones que involucran hasta a 50 personas de 15 equipos de expertos distintos”, subraya.

Explica que antes de que comenzara la parada LS2 realizó los estudios de física necesarios para determinar la posición de los nuevos colimadores que se tenían que instalar y diseñó nuevos equipos de protección. “Es muy interesante ver como los estudios y simulaciones que realicé hace unos años se están traduciendo en soluciones reales instaladas en la máquina”,

Respecto a la actual situación creada por la pandemia de la COVID-19, comenta que el pasado 19 de marzo el CERN procedió a anunciar la parada de todas las actividades en instalaciones, incluidos los aceleradores, durante varias semanas.

“Esto implicó que los diferentes grupos con equipos bajo nuestra responsabilidad en el acelerador, tuviéramos que bajar al LHC [la máquina está en un túnel subterráneo a 100 metros de profundidad] durante esa semana para asegurar y desconectar los equipos, como se hace en las paradas técnicas que se realizan de manera rutinaria en Navidad”.

Ahora –y hasta nueva orden– teletrabaja desde su casa en Ginebra. “Realizamos actividades un poco distintas, como redactar procedimientos, documentar trabajos que hemos hecho en los últimos meses, escribir artículos para revistas de investigación, etc., mientras seguimos a la espera de retomar la actividad normal”.

En cuanto a la política de género, opina que “el porcentaje de mujeres en el CERN, especialmente en puestos técnicos, es muy bajo”. Sin embargo, destaca que, en los últimos años, iniciativas como Women In Technology están teniendo un papel clave en dar a las tecnólogas y científicas mayor visibilidad. También ayudan acciones en campañas por el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia y las charlas en colegios de la zona, en las que ella participa activamente.

“La falta de mujeres en puestos directivos dificulta que jóvenes profesionales como yo tengamos referentes femeninos más senior con quien consultar dudas sobre desarrollo profesional“, opina

“Quizás lo que más eche de menos es la falta de mujeres en puestos directivos. La directora general es mujer, pero, por ejemplo en mi grupo, que comprende varias secciones, solo hay una mujer con un puesto indefinido, todos los demás que los han obtenido son hombres”, se lamenta.

Esto es “lo que se conoce como leaky pipeline –es decir, 20 % de mujeres en escuelas de ingeniería, 20 % como jóvenes profesionales, pero menos de 10 % en posiciones de dirección–, lo cual dificulta que jóvenes profesionales como yo tengamos referentes femeninos más sénior con quien consultar dudas sobre desarrollo profesional, por ejemplo, pero confío en que la situación cambie”, señala.

Nuria Fuster, física de aceleradores

La especialidad de Nuria Fuster (Valencia, 1988) en el CERN es la física de aceleradores y los estudios de dinámica de haz. “Investigo cómo se comportan las partículas dentro del acelerador y también trabajo en el diseño y desarrollo de dispositivos de protección de la máquina”. Llevo tres años en el CERN en el grupo de colimación para el LHC”, cuenta a SINC.

En el LHC se aceleran haces de protones y de iones de intensidades y energías sin precedentes para hacer experimentos de física de altas energías.

Nuria Fuster junto a los nuevos colimadores que se instalarán en el LHC. / James Molson / CERN

Según explica, “en un colisionador circular es inevitable que algunas partículas se desvíen de su trayectoria nominal y acaben impactando en componentes sensibles del acelerador. Por eso son necesarios unos dispositivos instalados en diversos puntos, llamados colimadores, que absorben las partículas que han perdido su rumbo para evitar daños materiales y mejorar el rendimiento del acelerador”.

“El objetivo del trabajo de mi grupo es tener más colisiones por segundo a partir del 2026 para incrementar las perspectivas de descubrimiento del acelerador”, cuenta Fuster

En su grupo de trabajo se dedican “al diseño, optimización y puesta a punto del sistema de colimación del LHC a través de simulaciones y experimentos”.

Ella también realiza estudios de simulación para evaluar y mejorar la eficiencia del sistema de colimación del LHC de alta luminosidad. “El objetivo es tener más colisiones por segundo a partir del 2026 para incrementar las perspectivas de descubrimiento del acelerador”.

En este proyecto se han tenido que diseñar colimadores con nuevas características y materiales para hacer frente a haces más intensos. “Algunos de ellos se instalarán a lo largo de este año y estarán operativos para el reinicio del LHC en el 2021. También formo parte del grupo de trabajo que coordina su instalación”, destaca.

Dice además que le encanta el entorno multicultural y multidisciplinar del CERN y trabajar en un ámbito donde casi a diario se presentan nuevos retos y la oportunidad para hacer tareas distintas.

A Fuster las medidas de confinamiento por la pandemia de la COVID-19 le pillaron en Valencia. “Había cogido unos días de vacaciones y aquí sigo”, comenta la investigadora. “Tenemos varias reuniones a la semana por videoconferencia para repasar objetivos y ponernos al día sobre el estado de los estudios en marcha. Se hace duro estar en casa, pero hay que seguir”.

Respecto a los temas de género en el CERN, comenta que nunca se ha sentido discriminada. “Mis jefes y compañeros siempre me han apoyado en mis iniciativas, animado a tomar responsabilidades y valorado mi trabajo”, recalca. “Es obvio que el número de mujeres en mi entorno es muy inferior al de hombres. Confío que las políticas para para promover mayor igualdad y participación de las jóvenes en los campos de STEM, que ya se están llevando a cabo, hagan que en unos años esto cambie”.

Belen Salvachúa, física de altas energías

El trabajo de Belén Salvachúa (Valencia, 1979) en el CERN hasta diciembre de 2018 –cuando comenzó la parada técnica LS2– era la de ingeniera in charge del LHC, que quiere decir que durante su turno de guardia de ocho horas era la responsable del acelerador.

“Este puesto consiste en operar el acelerador desde la sala de control. Allí mi misión era que siempre hubiera haz circulando en la máquina y que pudiéramos proporcionar colisiones de protones a los experimentos ATLAS, CMS, LHCb y ALICE”, comenta a SINC.

Además, señala esta física especializada en altas energías, “si había algún problema en el LHC, yo me ocupaba de coordinar las actividades necesarias para resolverlo lo antes posible”.

Belén Salvachúa en el tunel del LHC. / B.S. /CERN

Desde el apagado del LHC para su mantenimiento y mejora general, ahora está a cargo de unos de 3.500 detectores de pérdidas de haz, que se sitúan a lo largo del acelerador. “Los preparo para el siguiente Run –en 2021– y estudio nuevas tecnologías para realizar medidas más precisas”.

Salvachúa está ahora a cargo de unos de 3.500 detectores de pérdidas de haz, situados a lo largo del acelerador. “Los preparo para el siguiente Run –en 2021– y estudio nuevas tecnologías para realizar medidas más precisas”

Dice que lo que más le gusta de su trabajo es que puede desarrollar sus ideas y el CERN le proporciona los medios para hacerlas posible. Salvachúa empezó a colaborar en el CERN como estudiante de verano en 2002, luego se doctoró y desde 2010 trabaja en el LHC.

Como el resto de sus compañeras, desde que empezó el confinamiento, está teletrabajando en su casa en Saint Genis Pouilly (Francia), cerca de la frontera con Suiza. 

En cuestión de género, opina que “la institución tiene una buena política en ese aspecto”. El problema –señala– “no es tanto el lugar de trabajo, al menos en mi caso, como la propia sociedad. Por ejemplo, es fácil encontrar a hombres a los que les resulta incómodo que una mujer les supervise. También habría que analizar  qué pasa con la carrera de las mujeres cuando deciden tener familia, la sociedad tampoco está del todo preparada para esto”, destaca.

Su mensaje a todas las mujeres y, en particular a sus hijas –tiene dos de tres y nueve años– es “que no abandonen sus sueños. Eso les hará más felices y a las personas a su alrededor, también”, remarca.

María Alandes, ingeniera informática

Trabaja en el departamento de tecnologías de la información y lleva en el CERN desde 2005. María Alandes (Madrid, 1977) cuenta a SINC que, en la actualidad, está involucrada en el proyecto MALt que “busca alternativas open source a los productos de Microsoft”.

Alandes explica que durante 20 años el CERN había disfrutado de condiciones especiales para el uso de los productos de Microsoft por tener la calificación de institución académica. “Sin embargo, el año pasado la empresa decidió revocar este privilegio y estipuló un nuevo contrato basado en el número de usuarios”.

Como consecuencia de ello, “los costes de las licencias se multiplicaron por más de diez, algo que no resulta sostenible para la institución. Por eso mi departamento está ahora buscando estas alternativas de código abierto”.

María Alandes en el centro de datos del CERN con uno de los robots de cinta. / Noemí Carabán / CERN

Señala que ella cuenta con la ventaja de conocer muy bien el CERN. “Esto es importante cuando tienes que introducir cambios en la organización, como es el caso de las alternativas a MS Office –que son de las que me ocupo yo–. El aspecto de comunicación es muy importante, hay que ponerse en la piel de los usuarios para que el cambio sea efectivo”.

Alandes está involucrada en un proyecto que busca alternativas ‘open source’ que sustituyan a los productos de Microsoft, ya que esta compañía ha encarecido sus licencias

Desde el inicio del confinamiento, está trabajando en su casa en Prevessin-Moens (Francia). “Teletrabajar con dos hijas de cinco y ocho años es complicado. No es fácil concentrarse y hay que sacar tiempo para que las niñas hagan los deberes y estén entretenidas, por no hablar de preparar comidas y otras tareas de la casa”.

Señala que en su departamento han tenido trabajo extra para asegurarse de que todos los servicios informáticos funcionaran bien y estuvieran disponibles para todos los empleados.

Alandes forma parte además del comité Women In Technology “Organizamos muchos eventos de todo tipo, desde mentoring, charlas y campañas de sensibilización dentro del CERN, hasta promoción de la mujer en la ciencia y talleres de divulgación para niños y niñas. Creo que aún quedan muchas barreras invisibles que vienen de nuestra educación y cultura, y esas son las más difíciles de derribar”, remarca.

Reconoce que ha habido avances de los últimos años. “El CERN tiene una oficina de inclusión y diversidad. También cuenta con mecanismos para combatir el acoso en el trabajo y un código de conducta que define unas normas de comportamiento en el trabajo basadas en el respeto y la no discriminación”.

Sin embargo, “aún hay mucho por hacer. Hay que promover que más chicas se interesen por las disciplinas STEM y lograr una mayor participación de las mujeres en lugares como el CERN. En este centro en las áreas científicas y técnicas las mujeres somos solo un 14 %”.

Forma parte del comité Women in Women In Technology y señala que, pese a las mejoras introducidas, en el CERN en  las áreas científicas y técnicas las mujeres son solo un 14 %

Los datos oficiales, suministrados por el departamento de prensa del CERN a SINC aumentan el porcentaje hasta el 20,6 % de mujeres de un total de 2.500 empleados fijos, “pero esto es así porque han incluido también al personal administrativo”, aclara Alandes.

En su opinión, “la ciencia y la tecnología están en la base del avance de la sociedad y las mujeres tienen que estar presentes y participar en decisiones clave. No podemos dejar fuera a la mitad de la población. Hay que seguir reivindicando mejoras y acciones para equilibrar la balanza, que, a día de hoy, sigue estando dominada por una mayoría de hombres”, destaca. 

Noemi Carabán, conexiones en directo desde el LHC

Muchas de las espectaculares fotografías y vídeos que vemos del CERN son obra de Noemi Carabán (Barcelona, 1979). Esta fotógrafa y videógrafa produce, dirige y realiza piezas audiovisuales para el departamento de comunicación y la web del centro, así como para prensa, productoras extremas, redes sociales, etc.

“También realizo conexiones en directo en redes sociales y Youtube. En 2017 dirigí la primera conexión desde un experimento a 100 metros bajo tierra”, cuenta a SINC. “En estas piezas audiovisuales, en las que a veces estamos con cinco cámaras en un recinto experimental, tienes que arreglártelas para ser invisible y muy cuidadosa si no quieres interferir en el trabajo de los demás”.

Noemí Carabán tras colocar una de las cámaras para una conexión en vivo desde el corazón del detector CMS, uno de los dos experimentos que confirmaron el descubrimiento del boson de Higgs. / Noemí Carabante / CERN

La particularidad de su trabajo reside en la cantidad de sitios que visita dentro de las instalaciones. “Después de siete años trabajando aquí aún no lo he visto todo”, señala.

“La seguridad en el CERN es muy importante y, por ejemplo, grabar en el LHC supone bajar con casco, luz, zapatos de seguridad, dosímetro, máscara de oxígeno y una bicicleta para desplazarse. A eso hay que añadir todo el material audiovisual”.

“La seguridad en el CERN es muy importante. Grabar en el LHC supone bajar con casco, luz, zapatos de seguridad, dosímetro, máscara de oxígeno y una bicicleta para desplazarse. A eso hay que añadir todo el material audiovisual”, dice Carabán

Dice que cuando ve algo impresionante, quiere reflejarlo en sus imágenes y compartirlo. “He visto mis imágenes reutilizadas en canales de todo el mundo”. Además, cuenta que ha tenido la suerte de participar en grabaciones de entrevistas con científicos muy reconocidos y premios Nobel. “Habitualmente son gente muy cercana, que se presta con buen talante y disciplina a lo que se les pide”.

Estos días de confinamiento continúa teletrabajando desde Ginebra, organizando el archivo multimedia.

En cuestión de política de género de la institución, opina, como el resto de sus compañeras, que se están tomando medidas para mejorar, aunque habría que hacer más. “En un ambiente como el del CERN, con gente de todas las nacionalidades, aprendes a abrazar las diferencias. Debería ser el lugar ideal para implementar medidas que ayudasen a una mayor igualdad de género, pero los números aún nos dicen que esto queda todavía lejos”, concluye.

Fuente:
SINC
Derechos: Creative Commons
Artículos relacionados