Son jóvenes, les sobra ilusión y están sobradamente preparados. La semana pasada, durante el 61º Encuentro de Premios Nobel de Lindau (Alemania), SINC disfrutó de la compañía de los 19 investigadores españoles que asistieron al prestigioso congreso en busca de inspiración. Su sueño es “contribuir a mejorar un poco el mundo” y, sobre todo, vivir de la ciencia en España
Un viaje estimulante. El Nobel Laureate Meeting es para los jóvenes investigadores una oportunidad de conectar con personas tan brillantes como son los premios Nobel. “Creo que los laureados y la gente con la que he convivido estos días son una de las mejores fuentes de inspiración posibles”, explica a SINC Nadia Martínez, en la recta final de su tesis doctoral en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.
Y es que el congreso de Lindau acoge a la élite de la investigación. No solo congrega a un amplio número de premios Nobel, sino que aglutina a los científicos junior más prometedores del mundo. De las más de 20.000 solicitudes recibidas, apenas pudieron asistir 570 jóvenes. El grupo español lo formaban 19 investigadores, solo por detrás de la partida alemana (146), estadounidense (90), india (40) y china (35).
Entre charla y charla, la ‘camada’ española también pudo hablar de sus sueños: “Que la sociedad valore la ciencia, la conozca mejor”, apunta Silvia Rubio, investigadora postdoctoral en la Universidad de Sevilla. “Y poder vivir de la ciencia en España”, replica Fernando Salvador, que realiza su tesis en el Instituto de Investigación Biomédica “Alberto Sols” de Madrid.
“Que el estímulo de conocer y explicar el mundo que nos rodea siga compensando las dificultades”, afirma Mario Fernández, que estudia la evolución de grupos de plantas de la región mediterránea en el Real Jardín Botánico de Madrid. “Si algunas de estas dificultades desaparecen, mejor que mejor”, bromea.
¿Para cuándo un Nobel español?
“Es cierto que existen muy pocos galardonados”, reflexiona Carolina Hurtado, investigadora postdoctoral en la Sociedad Española de Medicina Tropical. “Los únicos premios nobeles en medicina españoles son Ramón y Cajal y Severo Ochoa, aunque éste último queda como Nobel americano, ya que tenía esa nacionalidad”.
Elena Caro, postdoctoral en la Universidad de California (EE UU), analiza la falta de una comunidad cientifica de excelencia en España. “El problema parte de la falta de entendimiento de la población de la importancia de la investigación cientifica. Cuando creamos en su capacidad para crear valor añadido y se produzca un compromiso serio en su financiación, podremos ver los resultados”.
Por su parte, Daniel Sánchez Parcerisa, investigador en la Universidad de Heidelberg (Alemania), opina que “en España se hace una buena cantidad ciencia de cierta calidad, pero poca del máximo nivel. Quizá cierta flexibilidad en la carrera científica, potenciar más presencia de investigadores extranjeros de prestigio y un aumento de la financiación con el objetivo de la excelencia dieran mejores resultados”.
Sin embargo, pocos se aventuran cuando hablamos de futuros galardonados. “Ojalá sea para progresos en el campo de la salud que nos permitan evitar enfermedades graves”, considera Laia Lladó, postdoc en el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental. “Quizás por encontrar la píldora mágica que cure el cáncer”, vaticina Jonatan Ruiz, investigador Ramón y Cajal en la Universidad de Granada.
La receta para los premios
En la pintoresca ciudad alemana, con los premios Nobel como referentes, todos se preguntan si son necesarias ciertas características para alcanzar el éxito científico. “Creo que la perseverancia y tener una mente abierta para poder ver aquello que no se busca son factores importantes”, expone Isabel Saéz, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona.
“Para conseguir un Nobel hay que arriesgar”, detalla Guadalupe Sabio, científica postdoctoral del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). “Además de ser unos genios intelectualmente, tienen que ser personas con una capacidad de trabajo muy grande”, recalca.
Y tomar el trabajo como una diversión. “Después de hablar con los laureados uno se da cuenta que lo que les motivó para trabajar no fueron sus ganas de conseguir un premio de estas características, sino que disfrutaban con lo que hacían”, puntualiza Carles Barceló, que elabora su tesis en la Universidad de Barcelona, durante una de las comidas organizadas a las orillas del lago Constanza.
Ya en el café, Judit Marsillach, investigadora en la Universidad de Washington, EE UU, recopila una posible fórmula: “Creo que existen tres ingredientes fundamentales: inteligencia, pasión y suerte”. Pues si a estos científicos españoles no les abandona el último de ellos, quizá hemos tenido la suerte de conocer en Lindau a algún futuro galardonado. Quién sabe...