La arquitectura, el urbanismo, la sociología, la historia, la ingeniería agrónoma y el medio ambiente desempeñan un papel destacado en el trabajo de los transformadores del espacio exterior. Los paisajistas han conseguido hacer de Cataluña, y en concreto de Barcelona, un referente europeo en este campo.
El paisajismo o la arquitectura del paisaje es una disciplina que en nuestra tierra hace poco menos de un cuarto de siglo que se enseña. En este tiempo se calcula que se han formado unos 1.000 profesionales en esta materia en las aulas de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), que es pionera en ofrecerla en España. "Se trata de una enseñanza muy específica y muy transversal", apunta en una primera aproximación a la definición de paisajismo Jordi Bellmunt, director del máster de esta materia del Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio de la UPC.
El profesor Enric Batlle, también profesor del mismo departamento, añade que "hay muchas disciplinas que están asociadas; pero, en resumen, se puede definir a un arquitecto o a un arquitecto del paisaje como un o a una profesional que domina el espacio exterior". Es cierto: la arquitectura, la geografía, la sociología, la historia, la ingeniería agrónoma o el urbanismo son materias con un papel destacado en el trabajo de los transformadores del espacio exterior. Pero no siempre ha sido tan estrecha como en la actualidad la relación de estos campos con la arquitectura del paisaje. "Al principio me llamaban profesor de jardinería", recuerda Batlle, profesor en la ETS de Arquitectura del Vallès, en Sant Cugat. "Cuando empezamos, el resto de los departamentos mostraban algunos reparos en involucrarse en nuestros proyectos y ahora lo hacen sin miedo", añade Bellmunt, que trabaja en la ETS de Arquitectura de Barcelona.
Sin embargo, ¿para qué sirve todo eso? Anna Zahonero, profesora del departamento en la escuela de Barcelona, lo explica: "Para poner en relación funciones y servicios del territorio con una idea de cambio". Ricard Pié, del mismo departamento, afirma desde Sant Cugat que el paisajismo "tiene como principal objetivo entender el territorio y disfrutar de él, leerlo y transformarlo adecuadamente".
Desde el punto de vista de Batlle, existen dos vertientes en el mundo de la arquitectura del paisaje. "La primera sería aquella en que un urbanista o un geógrafo deciden que en un determinado lugar va una autopista; en otro, una ciudad, y que todo se hará de una determinada manera. Después, unos ingenieros o ingenieras deciden dónde se construyen las calles; los arquitectos, dónde se edifican las casas y, al final, allí donde quedan espacios libres, interviene el arquitecto del paisaje, a quien se le encarga disponer las plazas y los parques. Eso ha ido evolucionando hacia otra vertiente que busca conocer dónde se establecerá el nuevo crecimiento de una ciudad y en la cual el arquitecto del paisaje no es una pieza decorativa, sino que es decisiva sobre el aspecto de cómo se tiene que ordenar el territorio."
"El paisajismo es una profesión de presente y, claro está, de futuro", asegura Bellmunt. La crisis económica no ha detenido los ritmos que se llevaban hasta ahora. De hecho, algunos viven la actual coyuntura económica como algo positivo. "La crisis nos da temporizaciones más asequibles que en los últimos años, en que se ha tenido que luchar contra un urbanismo feroz y una especulación evidente", dice. "Lo que se ha quedado parado ha sido el crecimiento sin medida, no la arquitectura del paisaje", puntualiza Batlle. Pié prevé una "pérdida de determinados perfiles profesionales como consecuencia de la crisis y la aparición de otros, como el del paisajista, para afrontar los nuevos problemas de la ciudad y del territorio". En cualquier caso, todos están de acuerdo que, de una manera o de otra, la crisis también afectará a esta disciplina.
¿Cómo podemos diferenciar un buen proyecto paisajístico de otro que no lo es? La respuesta la encontramos en la manera de aplicar las diversas disciplinas que tienen un rol importante en la arquitectura del paisaje a la hora de transformar el espacio exterior. El profesor Bellmunt afirma que "los proyectos relevantes son los que se relacionan con el medio ambiente". "Un buen proyecto es aquel en que primeramente se decide dónde van los parques, después las calles y después las casas", opina el profesor Batlle.
Cambios óptimos
Para Anna Zahonero, son óptimos los cambios en el paisaje que "integran visiones globales relacionadas con la forma y con las funciones ambientales y sociales, que leen el contexto y aportan nuevas posibilidades en los lugares". Y añade: "En este sentido, determinados proyectos de restauración de canteras pierden la posibilidad de ofrecer nuevos paisajes que acojan usos relacionados con las necesidades actuales". Finalmente, el profesor Pié explica que desde su punto de vista "lo que es más importante es el paisaje cotidiano, lo que vemos cada día, como los entornos de las ciudades". Todos coinciden en destacar la restauración del vertedero del Garraf, del despacho Batlle i Roig, como una de las mejores obras de arquitectura del paisaje que se pueden ver actualmente.
También hay malos ejemplos. La costa valenciana, determinados lugares de Tenerife, la Costa del Sol, "los simulacros rústicos y los pesebres de montaña", apunta Ricard Pié. En definitiva, "proyectos que buscan la excusa para dar la razón a un urbanismo que no tiene ningún sentido", concreta Bellmunt.
Barcelona es una ciudad que se puede considerar un referente mundial en la materia. "La ciudad ha sido pionera, por delante del resto de Europa, en muchos aspectos de la arquitectura del paisaje", dice Batlle. "El llamado modelo Barcelona nos ha dado muy buena prensa en el exterior y trabajo, actualmente", asegura. Desde finales de los setenta, las diferentes administraciones catalanas han ido abriendo los ojos al paisajismo. "El Gobierno catalán ha apostado fuerte", dice Bellmunt. No obstante, aunque existe una ley del paisaje entre otros instrumentos, como el Observatorio del Paisaje, para Pié la legislación vigente "tendría que fijar unos criterios objetivos de evaluación que no dependieran de los técnicos que hacen los informes".
Dos nombres son clave para entender que Cataluña sea puntera. Por una parte, Manuel Ribas Piera, que empezó en 1983 el primer máster de Arquitectura del Paisaje de la UPC. Por la otra, Rosa Barba, motor del paisajismo en España. "Cuando empezaron los primeros ayuntamientos democráticos, que no tenían tradición de trabajar en el espacio público, nosotros teníamos que mirar hacia Europa o Estados Unidos", recuerda al profesor Bellmunt.
"Gracias a personas como Barba o Ribas Piera, se han creado elementos como el máster o la Bienal Europea de Paisaje -desde 1998- y hemos conseguido crear un núcleo duro en el que los profesionales de diferentes sectores buscan objetivos comunes", concreta Bellmunt. "Siempre hemos albergado a la vanguardia europea en cuestiones de paisaje", sentencia.
Un concurso referencial
El Premio Europeo de Paisaje Rosa Barba es una iniciativa que surgió el año 2000 dentro del marco de la Bienal Europea de Paisaje. La profesora del máster de Arquitectura del Paisaje Maria Goula forma parte del comité organizador de la Bienal. "Es el único premio en el ámbito europeo en materia de paisajismo que está dotado económicamente", explica. El dinero del primer premio procede de la Asociación de Amigos de la UPC. Son 15.000 euros. "El jurado está compuesto por profesionales de renombre de todo el mundo y en cada edición es diferente", añade Goula, que explica la importancia de la persona que ha dado nombre al premio: Rosa Barba. "Fue la primera en todo, desde su tesis doctoral La abstracción del territorio, hasta ser la principal impulsora de la Bienal. Rosa Barba ha marcado el paisajismo en Cataluña." ¿Qué se premia? "Existe un eje común entre las obras ganadoras: que haya una mirada ecológica y que estén aceptadas socialmente; se buscan obras ejemplares que sean representativas de la creación del paisaje", dice Goula.
Paisajes ingleses, paisajes franceses
Los expertos reflexionan sobre las diferencias entre el paisajismo anglosajón y el francés. "Se trata de una disciplina anglosajona que en estos momentos se está reinventando desde el Mediterráneo", explica el profesor Bellmunt. "Versalles es el paradigma de jardín francés: se quiere controlar la naturaleza, se artificializa; en cambio, el jardín anglosajón es el prado verde infinito, que gusta a todo el mundo; y como los ingleses ganaron la guerra, se impusieron como estándar de paisaje por todo el mundo", dice el profesor Batlle.
Para Zahonero, "esta diferenciación ya no existe y actualmente todo el mundo bebe de todas las fuentes que puede y quiere para proyectar paisajes: se han acabado las fronteras". Ricard Pié explica que el "paradigma actual ha cambiado y que, ahora, lo que predomina no es la procedencia de la idea, sino el medio ambiente".
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