¿Químicos españoles entre los candidatos al Nobel?

La investigación química en España ha experimentado un cambio radical en las últimas décadas, hasta situarse en primera línea internacional. Tanto, que no sería extraño que en poco tiempo nuestros investigadores figuren entre los candidatos al Nobel. Así lo cree Antonio Laguna, uno de los químicos españoles con mayor prestigio internacional. El estudio de nanopartículas, el desarrollo de nuevos materiales y la catálisis son tres de los campos de investigación más prometedores en el área de Química.

Antonio Laguna
Antonio Laguna. Foto: Universidad de la Rioja.

Cuando el Comité para los premios Nobel de Química de la Real Academia Sueca de Ciencias consulta a Antonio Laguna, todavía no aparecen candidatos españoles. “Quizá nos falten mentes más brillantes – indica Laguna con humildad- pero la química española está cambiando mucho y no sería sorprendente que pronto aparezca alguno. Nuestros grupos de investigación publican cada vez con más frecuencia en las revistas internacionales de mayor prestigio. En los últimos 20 años el cambio ha sido brutal”.

Tanto en Química orgánica (la química del carbono, de los seres vivos) como inorgánica, se han abierto áreas de estudio muy prometedoras, entre las que Laguna destaca tres: la catálisis (basada en la aceleración de reacciones químicas), el estudio de nanopartículas (aquellas tan diminutas que se miden en nanómetros – la millonésima parte de un milímetro-) o la química de estado sólido, muy importante en el desarrollo de nuevos materiales (por ejemplo, distintos óxidos metálicos modificados que se pueden usar como electrodos para la producción de pilas de hidrógeno).

Laguna, catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Zaragoza, ha publicado más de 350 artículos científicos en revistas internacionales dedicados a la química del oro y la plata, su especialidad. En su última visita a la Universidad de La Rioja, invitado por el Grupo de luminiscencia y estudios teóricos de compuestos inorgánicos de la UR, con quines mantiene una estrecha colaboración, destaca los avances conseguidos en este campo.

Hasta la década de los '70, explica Laguna “se decía que el oro era la ‘bella durmiente’ de los elementos químicos: todo el mundo lo apreciaba pero sus aplicaciones se limitaban a joyería y decoración, y como patrón monetario. Luego se ha dado un desarrollo espectacular en el conocimiento sobre este material y se han abierto nuevas puertas para la investigación, en tres direcciones principales: las aplicaciones médicas, los compuestos luminiscentes y los catalizadores”

En medicina se están llevando a cabo tratamientos con oro para enfermedades como la artritis reumatoide, y se estudia su uso en otras como el sida o contra células tumorales. Este metal tiene propiedades muy interesantes, señala Laguna, “como sus mecanismos de interacción en el interior del cuerpo. Es importante su coordinación con el azufre de muchas de nuestras proteínas, por ejemplo las de la sangre, que le permiten entrar en el interior de las células”.

Las aplicaciones en compuestos luminiscentes, capaces de emitir una luz distinta a la que se usa para excitarlos, está dando también buenos resultados. En este campo destaca la capacidad de estos compuestos de cambiar de color ante la presencia de distintos tipos de vapores, actuando así como sensores.

Una vía más reciente de investigación se centra en el uso del oro como catalizador. “Hasta hace poco – indica Laguna- era totalmente descartado por la industria, pero ahora se ha demostrado que es un catalizador muy activo para la absorción y eliminación de monóxido de carbono, por ejemplo, y también en síntesis orgánicas”.

El oro tiene otras muchas propiedades que se aplican ya en numerosos campos, como su capacidad de reflejar la radiación infrarroja, superior a la de cualquier otro metal. Esto lo convierte en un excelente material protector empleado tanto en aeronaves espaciales como en edificios e incluso en las ventanas de los trenes de alta velocidad.

El despertar de esta “bella durmiente” es buena muestra del desarrollo que la química española está alcanzando y que, según Laguna “nos depara todavía muchas sorpresas”.

Fuente: UR
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