El proyecto Nanoignífugo surgió a partir de la necesidad de las empresas dedicadas a la construcción de adaptar sus materiales al nuevo Código Técnico de Edificación que entró en vigor en 2006. El objetivo de Nanoignífugo era obtener nuevos materiales celulares que se acogieran a la clasificación como productos y elementos de construcción en función de su comportamiento frente al fuego, según establecía la normativa europea en la que se basaba el nuevo código.
Cuando se agrupa un número de átomos, se forma un 'agregado' o 'clúster' cuyas propiedades cambian. Los agregados de silicio pueden adoptar configuraciones muy estables que se comportan como si fueran un solo átomo, es decir, un superátomo. "Si ensamblamos estos superátomos, se pueden construir materiales nuevos”, asegura Carlos Balbás, coordinador del Grupo de Propiedades Nanométricas de la Universidad de Valladolid, quien ha presentado aplicaciones en optoelectrónica y materiales fotovoltaicos.
Un equipo de científicos británicos y españoles ha desarrollado nanocápsulas de carbono que permiten alojar en su interior elementos radioactivos, según publican en el último número de la revista Nature Materials. El hallazgo podría tener una aplicación potencial en el tratamiento de tumores, ya que permitiría la administración concentrada de "radio-dosis" sin precedentes.
Ilustración del marcador radioactivo desarrollado.
En la carrera por reemplazar al silicio como el material por excelencia para construir dispositivos electrónicos, uno de los materiales que se postulan como más prometedores es el grafeno, debido a la alta velocidad natural (movilidad) de sus portadores de carga. Investigadores de los Departamentos de Física de la Materia Condensada y Química Inorgánica de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en colaboración con científicos alemanes, están trabajando para que este reemplazo sea posible.
Científicos del grupo de investigación CellMat (Materiales celulares) de la Universidad de Valladolid y de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) colaboran en un proyecto que tiene el fin de analizar cómo espuman los materiales, es decir, el proceso por el cual “se introduce un compuesto químico que genera un gas y que hace que crezca su volumen”, algo similar a “hacer pan” pero en este caso en base a plástico o aluminio, asegura Miguel Ángel Rodríguez, investigador del grupo.
Dentro del proyecto IBE-RM, una de las aplicaciones concebidas para el sector médico es una pinza quirúrgica hecha de un polímero hidroactivo que se cierra en contacto con la humedad. Esta pinza podrá ser utilizada como extremo de catéter en intervenciones menos invasivas.
El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (Irnasa) y la Universidad de Salamanca están estudiando los procesos físico-químicos que intervienen en la conservación y el deterioro de los monumentos construidos en piedra en Castilla y León. Además de realizar mediciones in situ, en el Irnasa, centro perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), los científicos recrean en el laboratorio las condiciones que tienen que soportar las rocas que se han empleado tradicionalmente en la construcción de los edificios monumentales, de manera que provocan un "envejecimiento acelerado" que sirve para estudiar cómo se degradan. Esta información resulta de utilidad para llevar a cabo trabajos de restauración.
El estudio de las interacciones entre la superficie de los implantes (en este caso titanio) y el entorno en el que van a estar alojados éstos, es vital para entender la biocompatibilidad y el éxito de los implantes que se utilizan hoy en día en el mundo de la medicina. Investigadoras del Departamento de Química Física Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), en colaboración con el Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM), trabajan en ello.
La investigación sobre el nuevo modelo matemático, que se ha publicado en la prestigiosa revista científica Nature, describe, por primera vez en el mundo, el proceso de fractura de materiales como el vidrio, los polímeros, el hormigón, la cerámica, los metales, las rocas y, incluso, algunas fracturas geológicas.