Con el ritmo actual de emisiones de gases de efecto invernadero, el hielo de la Antártida continuará derritiéndose por el incremento de las temperaturas y, en consecuencia, provocará un aumento del nivel del mar de un metro para el año 2100 y de hasta 15 metros para 2500, según un nuevo estudio. Estas estimaciones duplican las previsiones actuales del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático.
Por segundo año consecutivo el hielo del océano Ártico ha marcado un nuevo récord al reducir su expansión durante el invierno. Así lo confirman los científicos del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC) y de la NASA, que han recreado en un vídeo la evolución de esta masa helada desde septiembre de 2015 hasta marzo de 2016.
Aunque aún no se puede predecir la ocurrencia de un terremoto en un margen corto de tiempo, sí se pueden reducir las pérdidas humanas y materiales originadas por el sismo. Pero para planificar el riesgo es importante conocer la peligrosidad sísmica mediante mapas. Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid y del Instituto Geográfico Nacional han llevado a cabo la actualización de estos mapas de peligrosidad sísmica en España, que servirán de base para la revisión y renovación del código sísmico español.
Científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona han estudiado los niveles de estroncio y cesio radioactivo en la costa de Japón durante los últimos años y han comprobado que los niveles de radioactividad en agua son entre 10 y 100 veces mayores que los registrados antes del accidente de Fukushima, que ocurrió justo hace cinco años. Los niveles más altos localizados cerca de la central nuclear indican una fuga contínua de agua contaminada con esos radioisótopos hacia el océano Pacífico.
Las rocas volcánicas del sur de León sufrieron una rotación de casi 60° hace 300 millones de años, un ejemplo de lo que pudo ocurrir en toda la península ibérica cuando se formaba en aquel momento. Así lo revelan las señales magnéticas de sus minerales, analizados ahora por investigadores de las universidades de Salamanca y Utrecht (Holanda). El hallazgo mejora la comprensión de un desaparecido arco montañoso que se erguía sobre lo que hoy es el noroeste de España, Francia y sur de Reino Unido.