Con el apoyo financiero de algunas grandes fortunas, la ciencia de la longevidad está haciendo grandes avances para estirar nuestra esperanza de vida. Sin embargo, vivir un siglo o más no servirá de mucho si la cabeza no nos funciona.
Un estudio internacional con más de mil especies de mamíferos y aves revela que la diferencia en la esperanza de vida entre sexos está marcada por la selección sexual, el cuidado parental y la genética.
No todas las aves de este género viven de la misma forma. Algunas vuelan centenares de kilómetros y otras deciden residir siempre en el mismo lugar. No obstante, esa decisión es muy relevante porque la migración estacional podría ayudarles a tener una senectud más lenta y duradera.
Un estudio con datos de más de 78.000 varones, a lo largo de 50 años, ha encontrado que los hombres con un mayor número de espermatozoides móviles viven, de media, casi tres años más que aquellos con una calidad seminal más baja. Los autores sugieren que la fertilidad masculina podría estar vinculada a la salud general y la longevidad.
Desde hace años, muchas investigaciones han analizado la compleja relación entre lo que comemos y nuestra capacidad de vivir cada vez más. Un estudio en ratones publicado en Nature indica que los genes pueden tener un papel más importante en la longevidad que el ayuno y la restricción calórica.
Un nuevo estudio matemático liderado por investigadores españoles confirma que la esperanza de vida ha aumentado en las últimas décadas en todo el mundo. Si bien cada vez hay menos diferencia entre ellas y ellos, los autores creen que esta discrepancia se mantendrá.
La deficiencia de esta molécula producida en nuestro organismo puede ser un factor impulsor del envejecimiento. Así lo afirma un estudio de la Universidad de Columbia (EE UU) que ha evaluado el efecto de la taurina sobre la salud y la esperanza de vida en varios modelos animales.
Científicos de un centro de investigación de Pekín (China) aportan nuevos datos que vinculan la forma de organización social de algunas especies con su longevidad. Entre los casi mil animales estudiados, se encuentran el elefante africano, el lémur de cola anillada o el murciélago de herradura.
Una campaña en una calle de Portland (EEUU), que ha promovido la plantación durante 30 años, permite demostrar a los científicos que existe una asociación con la reducción de la mortalidad. Asimismo, el efecto es más pronunciado a medida que la arboleda crece y envejece.
El Dog Aging Project es la ambiciosa iniciativa que busca desentrañar los misterios del envejecimiento canino. A través de análisis genéticos y el seguimiento a decenas de miles de estos animales domésticos, pretende ayudar a las mascotas a tener vidas más largas y saludables.