Un estudio científico asocia por primera vez el consumo elevado de polifenoles con la reducción en un 30% de la mortalidad en una población de más de 65 años. El trabajo es el primero que valora la ingesta total de los polifenoles dietéticos mediante un biomarcador nutricional y no mediante un cuestionario sobre los hábitos alimentarios de la población estudiada.
Investigadores de la Universidad de Rochester (Nueva York, EE UU) han comprobado que la estructura del ARN ribosómico de la rata topo desnuda o ratopín rasurado es distinta a la de otros roedores, lo que puede hacer más eficiente su síntesis de proteínas. Estas ratas topo pueden vivir 30 años y presentan una gran resistencia al cáncer.
La rata topo desnuda es conocida por su longevidad y resistencia al cáncer. / J. Adam Fenster - Un. de Rochester
Un estudio del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica revela que ha habido una reducción significativa de la mortalidad humana en tan solo cuatro generaciones y que la mortalidad infantil es ahora 200 veces menor que la de generaciones anteriores.
Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas han demostrado que la velocidad a la que se acumulan los telómeros cortos establece la longevidad de los ratones. El trabajo abre nuevas posibilidades para estudiar el efecto de algunos hábitos de vida, como la dieta o el tabaco, sobre el ritmo al que envejece el organismo.
Un nuevo estudio, liderado por expertos de la Universidad de Inha, en Corea del Sur, asegura que los hombres castrados que existieron hace siglos disfrutaron de una existencia entre 14 y 19 años más prolongada que los varones de su época. El hallazgo podría explicar la influencia de las hormonas sexuales, como la testosterona, en la esperanza de vida.
La restricción calórica parecía la clave para aumentar nuestra longevidad. Sin embargo, una investigación realizada en monos Rhesus revela que este tipo de dieta no aumenta la esperanza de vida, aunque sí provoca ciertos beneficios. El hallazgo aparece publicado esta semana en la revista Nature.
Un estudio internacional coordinado por Manel Esteller comprueba cómo las marcas epigenéticas se van degradando a lo largo del tiempo. Dado que las lesiones epigenéticas son reversibles, se podrían llegar a desarrollar fármacos que aumenten el tiempo de vida.
Investigadores del ICP publican hoy en los Proceedings of the Royal Society B una de las primeras evidencias a partir del registro fósil que apoya la teoría evolutiva del envejecimiento, según la cual las especies que evolucionan en ecosistemas con baja mortalidad y con una limitación de recursos tienden a ser más longevas. Un paradigma de estos ambientes son las islas.
El trabajo muestra que la altura de los dientes de mamíferos endémicos insulares es un indicador de su longevidad, y pone en cuestión el uso de este rasgo morfológico como un indicador exclusivo para inferir la dieta de las especies fósiles, así como para interpretar el clima en el que vivían.
Desde 1986, los nipones tienen la esperanza de vida más alta del mundo: sus bebés vivirán una media de 86 años. El primer estudio de la serie sobre el país insular, publicado esta semana en la revista The Lancet, trata las razones de este éxito y las presiones derivadas de una población que envejece rápidamente.