El modo de vida de los pingüinos les vuelve especialmente susceptibles al cambio climático. Así, el incremento de las temperaturas en la región antártica, la pesca comercial, la minería y las explotaciones petroleras han provocado el descenso de las poblaciones de pingüinos. Ésta es la conclusión de P. Dee Boersma, en un relato basado en 30 años dedicados al estudio de las aves que se publica en la edición de julio y agosto de Bioscience.
La reducción del hielo del mar de la Antártida en los últimos años está amenazando la supervivencia de los pingüinos emperador y adelia. El incremento de nieve y lluvia, otra consecuencia del cambio climático, ha reducido la capacidad de cría en algunos pingüinos papúa y adelia. Otros ejemplares, como las especies de las Galápagos, Perú y África, están disminuyendo por la falta de guano, la recogida de huevos, la pesca comercial y los vertidos de petróleo, según Boersma. Aunque éstas son las principales causas, el turismo y fenómenos como El Niño, cada vez más frecuentes y seguramente provocados por el cambio climático, también son parcialmente responsables.