Los habitantes de la más joven de las Canarias se han acostumbrado a convivir con un volcán submarino situado a solo dos kilómetros del pequeño municipio de La Restinga. Tras meses de intensa actividad, el cono se ha estabilizado, lo que mantiene en tierra a los pescadores. Mientras, los escolares de la isla ya sueñan con ser vulcanólogos.