Un hueso equino conservado en el permafrost ártico desde hace 700.000 años ha permitido secuenciar el genoma más antiguo hasta hoy. Este descubrimiento no solo revela nueva información sobre la evolución del género Equus, sino que demuestra que el ADN puede conservarse hasta fechas cercanas al millón de años, por lo que tal vez en un futuro puedan secuenciarse otros genomas como los del Homo erectus y el H. heildelbergensis.