En la Península, los hallazgos de fósiles de plesiosaurios han sido más bien escasos, limitados y fragmentarios. Prueba de ello es una pelvis parcial recientemente identificada en la localidad de Algora, en Guadalajara, que perteneció a un elasmosaurio, un tipo de plesiosaurio de cuello tan largo que hace un siglo y medio, cuando se descubrió la especie en EE UU, se pensó que era la cola.
Un nuevo estudio ha permitido el descubrimiento de una veintena de dientes y un gran número de vértebras (cervicales, pectorales, dorsales y sacras) en Morella, Castellón. Los restos no pueden asignarse a un grupo de plesiosaurios concreto.
Sin embargo, destaca una vértebra cervical casi completa que sí puede atribuirse a un leptocléidido, un tipo más pequeño de estos reptiles marinos y que hasta ahora se creía que solo había habitado en Inglaterra, Australia y Sudáfrica.