A principios del siglo XIX el hundimiento del ballenero estadounidense Essex por los cabezazos de un cachalote inspiró la novela Moby Dick. Pero desde entonces, ante las pocas evidencias, los biólogos marinos dudaban de que este mamífero marino pudiera realmente embestir con su cabeza. Un nuevo estudio confirma que una estructura de su frente permite a los machos, protagonistas de #Cienciaalobestia, amortiguar los golpes cuando combaten entre ellos.