Hasta ahora, la comunidad científica presumía que los animales salvajes morían antes de hacerse viejos. Un equipo hispano-mexicano de científicos demuestra ahora por primera vez en una población salvaje de aves (Sula nebouxii) que hay envejecimiento en la capacidad para vivir en la naturaleza y para reproducirse.
El 26 de abril de 1986 se produjo al noroeste de la ciudad ucraniana de Chernóbil el mayor accidente nuclear de la historia. A pesar de la extensión del desastre, 25 años después se desconoce aún su incidencia real. Un equipo de investigación internacional demuestra ahora por primera vez que las aves pueden ser más susceptibles a la radiactividad por la coloración de su plumaje.
Una de las aves incluidas en el estudio, la golondrina común (Hirundo rustica), con una coloración rojiza en su garganta
Los verdecillos (Serinus serinus), aves que han colonizado las ciudades europeas, compensan los efectos negativos del ruido de las urbes dedicando más tiempo a cantar. Esta es una de las conclusiones de un estudio, publicado en Behavioral Biology, que confirma que el cantar más puede interferir con sus tareas vitales, como vigilar a los depredadores o a otras aves.
La Cátedra de Medio Ambiente de la Fundación General de la Universidad de Alcalá (UAH) estudia la evolución de una laguna de más de 30 hectáreas de superficie formada de manera natural en medio de un polígono industrial de Meco (Comunidad de Madrid) a raíz de la construcción de la carretera R-2 y de la puesta en marcha de una nave industrial. Los científicos han detectado más de 130 especies de aves distintas en el humedal.
El 3,5% de las especies de aves presenta grandes diferencias de pigmentación entre individuos. Es el fenómeno del “polimorfismo de coloración”. Investigadores españoles han revelado en la revista PLoS ONE que en dos especies de aves rapaces, los individuos con niveles muy altos de melanina presentan niveles bajos de un antioxidante intracelular fundamental para la vida: el glutatión.
El cangrejo de río Procambarus clarkii, una especie endémica del golfo de México, genera efectos positivos sobre los depredadores autóctonos de las marismas del Guadalquivir. Así lo demuestran investigadores de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) en la revista ConservationBiology. Según el estudio, el 60% de los depredadores del ecosistema han incluido a este cangrejo de río americano en su dieta.
Por el Museo del Prado “vuelan” martines pescadores, avutardas, petirrojos, espátulas, águilas, buitres, halcones, abubillas o jilgueros, entre otras muchas aves. En la imagen el cuadro "El aire" de M. de Vos.