Las ciudades europeas podrían evitar hasta 10.000 muertes prematuras ampliando las redes de carriles bici. Así concluye un estudio, publicado en Preventive Medicine, que asocia la longitud de la red de vías ciclistas con el tipo de transporte elegido y los beneficios para la salud. Así, Londres podría evitar hasta 1.210 muertes prematuras al año, seguida de Roma, con 433, y Barcelona, con 248.
Ingenieros de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich han fabricado una tinta con hidrogel que incorpora bacterias vivas. Con ella se pueden imprimir estructuras en 3D que aprovechan la capacidad de los microorganismos para degradar contaminantes, como el fenol, o para producir celulosa de interés médico.
Un grupo de investigadores catalanes ha comprobado que los días en los que los niveles de contaminación atmosférica son más elevados en el área metropolitana de Barcelona se producen más infartos de corazón graves, más casos de fibrilación ventricular y más mortalidad por infarto. Según los expertos, reducir en 10 ug/m3 las partículas en suspensión de menos de 2,5 micras (PM 2,5) permitiría evitar como mínimo cada año y solo en la ciudad de Barcelona 19 infartos de miocardio.
Investigadores de la Universidad de Granada han comprobado que las partículas emitidas por los vehículos y las quemas de biomasa en el entorno de la ciudad generan hollín sobre la Alhambra. Además, el cambio climático puede favorecer las condiciones de estancamiento de las masas de aire, lo que eleva las concentraciones de este contaminante y supone una gran amenaza para la conservación del monumento.
Un estudio epidemiológico a gran escala concluye que el cáncer de pulmón no es el único vinculado con la contaminación del aire. Según un equipo de investigación, algunos contaminantes del aire también están asociados con la mortalidad por cáncer de riñón, vejiga y colorrectal.
La revista The Lancet publica hoy un informe en el que advierte de que el impacto actual del cambio climático en la salud es ya un fenómeno global. Este hecho tiene repercusiones graves en la productividad laboral. Además, ha aumentado la propagación de enfermedades infecciosas y, en términos económicos, los eventos climáticos extremos supusieron pérdidas de 129 mil millones de dólares tan solo en 2016.
Los sonidos de baja frecuencia producidos por los buques de carga no solo afectan a los grandes mamíferos marinos. Un nuevo estudio demuestra que algunos invertebrados también son sensibles a estos ruidos, como es el caso de las ostras, protagonistas de #Cienciaalobestia, que cierran sus conchas como señal de estrés para proteger sus blandos cuerpos.
La presencia de especies exóticas en los ríos no altera la capacidad de respuesta de los peces nativos ante la contaminación ambiental.