Un equipo internacional de investigadores ha comprobado que a medida que sube la temperatura del planeta, las flores cada vez son más fragantes. El calor intenso, además, provoca cambios en las composiciones de los aromas florales que transformarían los olores de los espacios naturales. Este hecho podría confundir a los polinizadores de las flores, especialmente a aquellos especialistas que basan sus visitas en preferencias olfativas innatas.