Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas han descubierto mediante métodos computacionales que el estudio de la evolución de miles de proteínas de bacterias permite descifrar muchas de las interacciones que se producen entre proteínas humanas. Los resultados, publicados en la revista PNAS, permitirán esclarecer detalles moleculares de miles de interacciones potencialmente implicadas en enfermedades como el cáncer.
El genoma del lince ibérico revela que es una de las especies con menor diversidad genética, lo que implica que tiene poco margen para la adaptación. La investigación ha estado coordinada por científicos de la Estación Biológica de Doñana (CSIC). El uso de los nuevos recursos genómicos contribuirá a optimizar una gestión dirigida a preservar la máxima diversidad genética.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid han estudiado, mediante técnicas ópticas y electroquímicas, la interacción de dos colorantes con ADN. Los resultados demuestran la posible utilización de dichos colorantes como indicadores químicos de la presencia de mutaciones.
Investigadores del Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra, en Granada, han determinado la predisposición genética a desarrollar arteritis de células gigantes, un trastorno que puede provocar ceguera e incluso ictus. El estudio supone un avance en la mejora del diagnóstico y pronóstico de esta enfermedad autoinmune.
El estudio genético de 240 cangrejos de río de la península ibérica revela que su presencia en nuestros ríos se remonta al Pleistoceno Superior, hace entre unos 25.000 y 50.000 años. La investigación, realizada por científicas de la Universidad Complutense de Madrid, muestra que en la península ibérica existen dos grupos genéticos diferenciados, uno en la zona norte y otro en el centro.
El organismo planctónico Oikopleura dioica, un modelo animal utilizado en el estudio de la evolución y el desarrollo embrionario de nuestro filo (cordados), ha perdido la mayoría de los genes relacionados con el metabolismo del ácido retinoico, según un nuevo estudio. A pesar de ello, el organismo que no depende de la vitamina A y del ácido retinoico puede generar un corazón, lo que muestra cómo la pérdida de genes ha permitido una adaptación ventajosa.
En los últimos días los medios se han hecho eco de una carta en la que más de cien premios Nobel pedían a Greenpeace que cese sus campañas contra los organismos modificados genéticamente. El posicionamiento opuesto a los transgénicos liderado por la organización ecologista no está basado en hechos científicos, pero ha concienciado a gran parte de la sociedad bajo la falsa idea de la conciencia medioambiental y de que su consumo es perjudicial para la salud. Todos los alimentos, los modificados y los que no, tienen genes que nos comemos cada día.
Los peces gambusia (Gambusia holbrooki), también conocidos como peces mosquito, son una de las 100 especies más invasoras del mundo. Para entender su expansión por Europa desde España, donde se introdujo en los años 20, un grupo de investigadores españoles ha analizado por primera vez los cambios evolutivos de estos animales a través de sus genes. Según el estudio, la variabilidad genética les ha permitido adaptarse y expandirse por su nuevo entorno.
Un estudio demuestra que los abetares más antiguos son más tolerantes a condiciones de aumento de temperatura y disminución de precipitación. El mantenimiento de la diversidad ayuda a los expertos a contar con individuos adaptados, idóneos en las restauraciones, que eviten el decaimiento de la especie.
Investigadores del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ (Universidad de Málaga-CSIC) han caracterizado más de 2.250 genes que regulan aspectos del desarrollo del árbol como la forma de la copa, la altura o la cantidad de las ramas. Para los expertos, el estudio supone un paso más en la creación de nuevas variedades que se adapten a las necesidades de los sistemas de cultivo actuales.