Bioingenieros del Instituto de Tecnología de California han creado un nanorobot de ADN que tiene una mano para recoger moléculas y dos pies para llevarlas al lugar deseado. De momento es un poco lento, ya que tarda cinco minutos en dar un pequeño paso de 6 nanómetros, pero sus creadores confían en acelerar este novedoso sistema, que algún día podría operar en el interior del cuerpo humano.
Un equipo de ingenieros de la Universidad Libre de Bruselas ha logrado crear robots que son capaces de unirse entre ellos para formar otros más grandes o separase, manteniendo la conexión con el sistema de control. Además, pueden autorrepararse, eliminando o reemplazando las partes defectuosas. La idea es crear autómatas cuya morfología se adapte a las necesidades cambiantes de cualquier tarea.
Investigadores de la Universidad de Huelva han optimizado una técnica matemática predictiva que permite que los robots encuentren determinados objetivos con más rapidez y fiabilidad. Se puede aplicar en sistemas dedicados a la asistencia de personas, seguimiento de manos y automóviles.
Investigadores de la Universidad de Jaén han creado un sistema para mantener el equilibrio en robots articulados con cuatro patas similares a las de perros o caballos. El nuevo modelo rectifica trayectorias y reconduce el movimiento ante imprevistos que puedan surgir durante el avance.
El Ishiguro Lab de la Universidad de Osaka, en Japón, es famoso por el realismo de sus humanoides, pero en este laboratorio también se trabaja con enjambres de diminutos robots que aprenden y se coordinan con sus compañeros. Esta es la línea de investigación del ingeniero español Eduardo Castelló (Valencia, 1984), quien considera que, en contra de lo que vemos en las películas, estos pequeños robots serán los que de verdad nos simplificarán la vida.