La revista Nature publica hoy las conclusiones de un grupo de astrónomos que logró seguir en tiempo real la formación de polvo interestelar después de la explosión de la supernova SN2010jl. Gracias al empleo del Very Large Telescope (VLT) de ESO, han demostrado que estas fábricas de polvo cósmico generan sus partículas en un proceso que comprende dos etapas, la que se inicia poco después de la explosión y la que continúa mucho tiempo después.
El año pasado se informó del descubrimiento de una supernova tan brillante que dejó perplejos a los científicos, porque nunca se había visto nada igual. Investigadores de la Universidad de Tokio (Japón) aclaran esta semana en Science que en realidad se vio tan luminosa por la presencia de una galaxia delante que actuó como ‘lupa’ o lente gravitacional.
Imagen compuesta de la supernova 1987A. / ALMA-Hubble-Chandra
La luz de la supernova Wilson ha viajado más de 10 mil millones de años luz hasta llegar a la Tierra. / NASA
Un estudio internacional, con participación de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, aporta por primera vez evidencias de que los protones procedentes de la Vía Láctea que llegan a gran velocidad y energía a la Tierra son acelerados durante las explosiones de estrellas masivas agotadas: las supernovas. Los resultados de este trabajo aparecen publicados en la revista Science.
Simulación de una galaxia con una supernova superluminosa y su ambiente caótico en el universo temprano. Imagen: Adrian Malec y Marie Martig (Swinburne University).
En el año 1006, astrónomos de varios lugares del planeta describieron una explosión en el cielo tan poderosa que sus restos fueron visibles durante tres años. Ahora, la revista Nature recoge en portada el trabajo de los investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias y la Universidad de Barcelona, que han dilucidado el origen de este fenómeno: dos estrellas enanas blancas se fusionaron y desencadenaron la supernova SN 1006.
La Nebulosa del Lápiz se originó por una supernova. Imagen: ESO.
Esta imagen de la supernova 1987A se tomó en 2009 y muestra los restos de la explosión (en el centro) y los discos circumestelares de gas.
Un estudio internacional, publicado en la revista Nature, revela que los rayos-X son la fuente de energía responsable del aumento del brillo observado en la supernova más cercana y brillante de la Vía Láctea, la SN 1987A, desde 2001.