La producción y distribución del aguardiente de vino en Chile y Perú, conocido como pisco, constituyó una de las principales actividades económicas en América del Sur desde la colonización española y dejó una huella en la denominación de muchas localidades de estos países y de la vecina Argentina. A pesar de que los poderes políticos siempre intentaron imponer nombres asociados a su ideología, en muchos casos ha prevalecido la toponimia vinculada al pisco.