Fue una de las principales contribuyentes a la biología evolutiva del último siglo. Sus trabajos con bacterias, a las que llevó desde un lugar marginal en la investigación de sus días hasta el centro mismo de la hoja de ruta de la evolución, sacudieron los cimientos de la disciplina. Su probada brillantez llevaba aparejada una fama, también merecida, de excéntrica polemista.
El papel de los bacteriófagos o fagos —virus que infectan a las bacterias— podría ser clave en la transferencia de genes de resistencia a los antibióticos entre bacterias, puesto que este proceso puede favorecer la aparición de cepas de bacterias resistentes en el entorno natural. Esta es una de las principales conclusiones del artículo publicado en la revista Antimicrobial Agents and Chemotherapy, firmado por el grupo de investigación consolidado Microbiología de Aguas Relacionada con la Salud (MARS), del Departamento de Microbiología de la Facultad de Biología de la UB.
Investigadores de la Universidad de Córdoba (UCO) participan en un estudio internacional para minimizar en los productos frescos los efectos de la bacteria Escherichia coli, que se hizo tristemente famosa la pasada primavera al originar la que se conoció como “crisis del pepino español” y resultó ser la “crisis de la soja alemana”. Cada año mueren en el mundo varias decenas de personas a causa de la infección por cepas verotoxigénicas de esta bacteria.
En la revista Natural Computing, investigadores de la Universidad Politécnica (UPM) y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) proponen una alternativa para resolver problemas matemáticos complejos en un simple tubo de ensayo.
Para amoldarse a las variaciones en su entorno, las bacterias liberan moléculas, los D-aminoácidos, que modulan la biosíntesis del peptidoglicano, principal componente de la pared celular bacteriana. En este descubrimiento, publicado en el último número de la revista EMBO, ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Científicos del Instituto de Biología Funcional y Genómica (IBFG), centro del CSIC y la Universidad de Salamanca, han publicado un artículo en la revista científica PLoS ONE que contribuye a aumentar el conocimiento sobre las bacterias del género Streptomyces, los microorganismos que producen la mayor parte de los antibióticos. En concreto, trabajan con Streptomyces coelicolor aprovechando que su genoma está secuenciado para identificar nuevos genes implicados.
Investigadores europeos han detectado virus en cerca del 40% de las más de 1.400 muestras de aguas de baño recogidas en zonas costeras y de interior de nueve países, incluido España. Las concentraciones son bajas, pero los científicos recomiendan vigilar a estos microorganismos en las aguas recreativas, sobre todo en momentos en los que se disparan sus poblaciones, como sucede tras lluvias intensas.
Cuando las bacterias o los virus atacan nuestro sistema y las defensas no consiguen hacerles frente, necesitamos ‘agentes de paz’ externos, como son los antibióticos o antivíricos, denominados antimicrobianos. Estas sustancias pelean sin tregua en un complejo campo de batalla donde, en los últimos tiempos, cobra fuerza un enemigo cada vez más poderoso: la farmacorresistencia.