La Comisión Europea pretende que en 2018 los porcinos de los Estados miembros no sean castrados quirúrgicamente. La medida, que de momento es voluntaria, no es bien recibida por todos los sectores en España, donde el 100% de los cerdos ibéricos son sometidos a esta intervención para cumplir los altos estándares de calidad de su carne. Un equipo de investigadores que cuenta con la participación de la Universidad Complutense de Madrid ha recabado las opiniones de representantes del sector.
Un nuevo estudio, liderado por expertos de la Universidad de Inha, en Corea del Sur, asegura que los hombres castrados que existieron hace siglos disfrutaron de una existencia entre 14 y 19 años más prolongada que los varones de su época. El hallazgo podría explicar la influencia de las hormonas sexuales, como la testosterona, en la esperanza de vida.
Un estudio del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), presentado en forma de poster y premiado en el Congreso de la Federación Europea de Ciencia Animal celebrado en Creta, ha abordado la reacción y aceptación por parte de diferentes tipos de consumidores del olor de la carne obtenida de cerdos macho enteros (no castrados). Esta carne desarrolla un defecto sensorial a causa del olor sexual del animal, y presenta un aroma y un gusto "peculiares" que es rechazado por una buena parte de los consumidores.
La castración de los cerdos evita el olor “a verraco” en la carne y permite que éstos tengan más grasa. Pero las prácticas pueden ser muy diferentes. Ahora un equipo científico ha recogido por primera vez datos sobre las condiciones de castración en los cerdos europeos. La principal conclusión del estudio, que forma parte del proyecto PIGCAS, es que estos animales son castrados directamente por los ganaderos, sin anestesia y en algunos casos, sin respetar la legislación europea.
Cada año 125 millones de cerdos machos son sacrificados en Europa.