El análisis genómico de dos individuos cazadores-recolectores que vivieron hace 7.000 años revela que los habitantes de la península ibérica no proceden genéticamente de estos grupos. El trabajo, coordinado por el español Carlos Lalueza-Fox, obtiene los primeros datos genómicos de personas que vivieron en el Mesolítico europeo.
La sepultura de perro descubierta en julio de 2011 por un equipo de las universidades de Cantabria (UC) y Lisboa en el yacimiento mesolítico de Poças de São Bento (Alcácer do Sal, sur de Portugal) tiene unos 7.600 años de antigüedad, según han confirmado los análisis realizados en la Universidad de Oxford.
Andalucía es la única comunidad autónoma que aprueba en las medidas empleadas para luchar contra los cebos envenenados. Valencia cierra el ranking y solo tres regiones cuentan con planes específicos contra esta lacra, según el informe La lucha contra el veneno en España. Clasificación por comunidades autónomas, presentado hoy por WWF España.
Las poblaciones cazadoras-recolectoras son una minoría y están bastante aisladas geográficamente, pero tienen un especial interés por presentar una forma de vida anterior a la aparición de la agricultura y el ganadería en África hace unos 5000 años. El estudio de la evolución y la historia demográfica del continente africano supone un gran reto para los genetistas debido a la elevada diversidad genética que existe entre los cientos de poblaciones que habitan.
Las muestras prehistóricas reciben rayos UV antes del análisis para evitar una contaminación que destruya el ADN.
Un equipo del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas -CSIC-, la Universidad de Castilla-La Mancha y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha), en Ciudad Real, ha estudiado la transferencia de plomo de los perdigones de caza a la carne de codorniz durante su cocción. Los investigadores han comprobado que un solo perdigón por pechuga es suficiente para contaminar la carne por encima de los niveles máximos de plomo establecidos por la Unión Europea en carne de aves de corral: 0,1 microgramos de plomo por gramo de tejido (µg/g).