Científicos del Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona y el Centro de Investigación en Agrigenómica han desarrollado un parche que evita la contaminación de las heridas vegetales y facilita su cicatrización. Está fabricado con celulosa bacteriana y nanopartículas de plata.
Investigadores del Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona han desarrollado la primera técnica que permite dotar de color estructural, no por pigmentos, a un derivado de la celulosa. El método se basa en la nanoestructuración del material y se podría aplicar desde el embalaje de productos hasta detectores, sensores o etiquetas biodegradables para la industria alimentaria.
Uno de los mayores desechos agrícolas del mundo, los residuos del maíz, se podrían utilizar para producir diminutos cristales de celulosa, un material más resistente que el acero. La técnica para realizar esta transformación la ha desarrollado una investigadora de la Universidad de Córdoba, junto a científicos de Francia y EE UU.
Ingenieros de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich han fabricado una tinta con hidrogel que incorpora bacterias vivas. Con ella se pueden imprimir estructuras en 3D que aprovechan la capacidad de los microorganismos para degradar contaminantes, como el fenol, o para producir celulosa de interés médico.
Con periódicos como fuente de celulosa y azúcar para sintetizar nanopartículas de carbono, investigadores de la Universidad del País Vasco han desarrollado un material que puede ser útil como sensor celulósico, ya que sus componentes responden a estímulos. Por ejemplo, su fluorescencia varía en presencia de distintos metales, una propiedad que se puede usar para detectarlos.
Investigadores de la Universidad de Córdoba han obtenido nanofibras de celulosa de la paja de trigo, un material que puede servir en el mantenimiento de la calidad del papel reciclado. Los científicos también han estimado el porcentaje óptimo que podría aplicar la industria papelera.
Científicos del CSIC y la Universidad de Sevilla han encontrado un polisacárido, similar a la celulosa, producido por bacterias del suelo beneficiosas para las plantas. El nuevo material podría tener aplicaciones en los sectores químico, sanitario y alimentario; y sus descubridores ya han patentado el método de producción.
Un grupo de investigación de la Universidad Complutense de Madrid estudia cómo hacer más estable térmica y químicamente a la xilanasa, una proteína de potencial importancia biotecnológica en el blanqueamiento del papel.