Un equipo internacional de investigación ha registrado por primera vez tanto las ondas P –que solo detectan los animales– como las S –más lentas y detectables por las personas durante un seísmo– producidas por un microsismo. Al rastrear el camino de estas ondas, los científicos han podido además encontrar la fuente originaria: una ciclogénesis explosiva generada en el norte del océano Atlántico. El estudio ha sido portada esta semana en la revista Science.