Dada la persistencia en el medio ambiente de los productos químicos sintéticos y de una producción al alza desde las últimas décadas, una nueva investigación revela que se ha superado el umbral para estos procesos, lo que podría poner en peligro la salud del sistema terrestre. El equipo hace una llamada a la acción para reducir el daño asociado a estos compuestos.
Hasta ahora, pocos estudios demostraban que las cianobacterias marinas no obtenían solo alimento a partir de la fotosíntesis. Una revisión de estudios confirma que estos organismos también incorporan compuestos orgánicos del medio ambiente.
La industria textil emplea compuestos tóxicos que no solo afectan al medioambiente, sino también a la salud de los trabajadores de las fábricas. Estudios recientes indican que, según el uso y el tipo de ropa, los consumidores también podrían tener algo más que una simple alergia cutánea. Estos riesgos no están adecuadamente recogidos en las legislaciones sobre productos textiles, según los científicos.
Un consorcio mundial, en el que participa GSK Tres Cantos (Madrid), ha analizado medio millón de moléculas en la búsqueda de compuestos capaces de bloquear la infección hepática del parásito de la malaria y evitar que pase a la sangre. El equipo ha usado un enfoque abierto, que permite compartir los resultados, y ha obtenido una lista de 631 compuestos, entre los que se podría encontrar una futura vacuna química contra la enfermedad.
Han analizado por primera vez los efectos del fuego en más de 7500 componentes de la materia orgánica del suelo. Es la primera vez que se aplica la espectrometría de masas de ultra-alta resolución al estudio del suelo. Los resultados indican que la materia orgánica de los suelos afectados por el fuego se vuelve más resistente a la biodegradación, con lo que disminuyen las emisiones de carbono.
Sartenes, cajas de pizza, ropa y textiles son algunos de los productos que contienen compuestos alquilperfluorados, empleados por su resistencia y estabilidad química. Su exposición a través del aire, el polvo doméstico, el agua potable e incluso la alimentación los convierte en un serio riesgo para la salud humana. Ahora un grupo de científicos presenta el primer mapa de exposición a estas sustancias de la población española.
Sustancias de origen humano y otros componentes químicos como retardantes de llama están cada vez más presentes en la Antártida al llegar a través del vertido de aguas residuales, la incineración de residuos y la generación dispersa de estos restos. Dos estudios analizan la presencia de estos contaminantes en aguas antárticas y advierten de las posibles consecuencias medioambientales.
El grupo de investigación ‘Color y Calidad de los Alimentos’ de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla ha publicado dos artículos científicos en los que se determina a qué son debidas las diferentes cantidades de compuestos fenólicos que pueden ser extraídas de las partes sólidas de la uva durante la vinificación. El objetivo de este trabajo es dar un paso más en la extracción de estos compuestos a partir del hollejo y de la semilla de la uva, ya que está demostrado que los compuestos fenólicos poseen propiedades beneficiosas para la salud y aportan calidad a los vinos.
Científicas de la Universidad Autónoma de Madrid han obtenido la prueba de concepto de un potencial fármaco contra PMM2-CDG, una enfermedad multisistémica grave para la que hasta ahora no existe tratamiento. Para el tratamiento proponen el uso de chaperonas farmacológicas, pequeños compuestos químicos que podrían restablecer las funciones alteradas en los pacientes.
¿Por qué los tomates ya no saben a tomate? Un estudio con participación española revela que las variedades modernas contienen menos cantidades de los compuestos químicos que hacían sabrosos a los tomates tradicionales. Además, al identificar los genes relacionados con sus niveles de azúcares, ácidos y otras sustancias, los investigadores podrán recuperar el sabor de esta hortaliza.