Existen diferentes trastornos por los que el individuo no es capaz de controlar sus impulsos, como el juego patológico o la cleptomanía. Esta tendencia a responder de forma rápida y sin tener en cuenta las consecuencias de la conducta se denomina impulsividad, y puede formar parte de un rasgo estable de la personalidad o ser un estado transitorio, derivado de, por ejemplo, el consumo de substancias o de trastornos psiquiátricos.