Una nueva investigación sugiere que la microestructura de la sustancia blanca del cerebro de los bebés predice su capacidad de regulación emocional en los siguientes seis. Este hallazgo ofrece nuevas formas de identificar a los niños en riesgo de futuros trastornos conductuales y emocionales.
El grupo dirigido por la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Guillermina López-Bendito ha puesto de manifiesto la extraordinaria capacidad de los axones talamocorticales, implicados en el proceso que permite transmitir la información captada por nuestros órganos sensoriales a la corteza, para reorganizarse y restablecer sus conexiones ante anomalías producidas durante el desarrollo. El hallazgo supone un avance significativo a la hora de entender los mecanismos implicados en la adaptación y plasticidad de la conexión talamocortical.