El secreto para cultivar en el laboratorio este mineral, abundante en formaciones rocosas de más de 100 millones de años y ausente en montañas más jóvenes, es que sus cristales crezcan con disoluciones periódicas, como las fluctuaciones geoquímicas que ocurren en la naturaleza. El lavado repetido de sus defectos es lo que permite que se acumulen las capas, según un estudio publicado en Science.
El estudio de los minerales de la laguna de Las Eras, en la provincia de Segovia, podría permitir la identificación de la presencia de microorganismos tanto en rocas del registro geológico terrestre como en rocas marcianas. Un trabajo liderado por la Universidad Complutense de Madrid ha descubierto la relación entre un tipo de bacteria, del grupo de los firmicutes, y la formación en la laguna de magnesita y dolomita, dos minerales difíciles de precipitar a bajas temperaturas.